27/09/2014

Falleció el Folklorista Raúl Carnota

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El folklorista Raúl Carnota falleció hoy a los 66 años luego de batallar con una larga enfermedad que lo alejo de los escenarios. Nacido en el barrio de Almagro el 30 de octubre de 1947, Raúl fue un símbolo de la música popular argentina a la cual dedico su vida. Reproducimos fragmentos de una entrevista que una vez le realizó la revista La Pulseada.



 ¿Dónde está el poder de una canción?

 Siempre me consideré un artesano de la canción. Me gusta eso. No sirve tener una buena letra y una melodía mala, o viceversa. Una cosa lleva a la otra, es una simbiosis. La composición es cosa seria, un trabajo de horas, días y años. En la canción hay un nivel poético, un nivel musical. Pero también puede ser un negocio interesante, hay tipos que sacan un hit y facturan fortunas en Sadaic. Hoy entendemos que cualquiera saca un tema con la fórmula conocida, siempre la misma, del amor, lo romanticoide.

– ¿Qué riesgos debe tomar un músico popular?

 El músico no es como el trapecista que practica tres piruetas antes de hacer la pirueta principal. La música es como hablar. Los silencios, las pausas, quizás son más importantes que lo que se dice. Porque todo es parte de un conjunto de gestos, de respiraciones, de colores. El riesgo es encontrar una voz en toda esa complejidad y transmitirla con sencillez.

 ¿Y vos con qué te identificas?

 Soy un letrista con buenas intenciones. No soy poeta, poeta es Jorge Boccanera. La letra no tiene tanta síntesis como la poesía, trabaja con otras imágenes y siempre va acompañada de una melodía y una interpretación. Me considero heredero de esa tradición que combinó grandes poetas con grandes músicos. No tengo problema en decir que hago música argentina. Soy compositor, autor, intérprete y arreglador. Fijate el tango, los Contursi, los Cadícamo, los Manzi, los Discépolo, y el folklore con Jaime Dávalos, Hamlet Lima Quintana, Ariel Petrocelli, Manuel Castilla. Todos maravillosos. Hay una anécdota reveladora. Cuando Serrat venía a cantar a Buenos Aires, siempre se escapaba unos días a Salta para hablar con Ariel Petrocelli. Pasaban horas hablando y el gallego estaba enamorado de El seclanteño: cómo en un pueblo tan chico un poeta había podido escribir algo sumamente profundo. Un ejemplo de que una buena letra queda en el tiempo y atraviesa cualquier cultura.(«¦)

 ¿Qué es la música popular argentina? ¿Cómo definirla?

 Cuando hablamos de la música popular tenemos que hablar en plural. Lo nuestro, en realidad, no es nuestro. Tenemos seis zonas de influencia (Noroeste, Centro, Litoral, Cuyo, La Pampa y La Patagonia), pero es más una división política que cultural, porque en lo cultural está todo interrelacionado. Nuestra música es toda fusión: la chacarera tiene una influencia de la marinera peruana, y ésta tiene origen africano, era sólo tambores y después los españoles le pusieron guitarra. ¿El candombe es uruguayo? No, es africano. ¿La chacarera es santiagueña? No, es producto de la mezcla de las culturas.

Su chacarera La asimétrica dice: «Yo me suelo aburrir tocando siempre igual y me largo a inventar chacareras con piques de más («¦) No me haga explicar el ritmo, no señor. Yo sólo sé tocar lo que me sale del corazón”.

 Con La asimétrica ya sentabas tu posición dentro de la música popular»¦

 Cuando empecé a laburar acompañaba con la guitarra a todo tipo de cantantes»¦ Escuché mucho Los Beatles, Zappa, música brasileña, jazz. Pero también estaban Los Chalchaleros y me quedé con la música argentina porque había más cosas para inventar dentro de lo que ya se conocía. No fue un camino fácil. En los ´80, salvo (Dino) Saluzzi y el Chango Farías Gómez, casi todas las formaciones eran tres guitarras y un bombo. Es que la ortodoxia siempre esconde las limitaciones de los ortodoxos.

 Los folkloristas nunca aceptaron mucho tu música»¦

 Nunca me importó porque siempre fui muy inquieto y tuve una verdadera intención de aprender cuando me colaba en las peñas y tocaba con tipos de todas las provincias, me conocí las rítmicas de cada lugar del país. Si vos no subestimás a nadie, podés aprender de todos. Y cuando tuve que poner mi huella digital, lo hice como quise. La armonía existe desde Bach, y nosotros, que éramos rubios, porteños y metíamos guitarra eléctrica, quisimos renovar las raíces con nuevas combinaciones armónicas en las viejas melodías. Es como cuando se pinta un cuadro: usás los siete colores o indagás un poco más y ampliás la paleta. Yo tengo la ventaja de tener sangre vasca: la cabeza me funciona a prueba de balas.

El jazz de crisis, guerras y revoluciones

La música

TAPA_2-135.jpg Si bien en los años ’20 la música jazz gozó de gran popularidad en Estados Unidos, fue hacia los años ’30, luego de la «Gran Depresión» que éste adquirió su máxima popularidad. Esto se dio por dos razones fundamentales: la migración de gente afroamericana al norte, en particular a las ciudades luego de la depresión; y el rescate de la industria discográfica que el jazz permitió luego de su crisis en 1929. Estos fueron los años del jazz-swing y toda una generación de norteamericanos se vio marcada por este ritmo.

En cuanto a la emigración de población afroamericana, esta se aceleró desde la crisis debido a las inundaciones y plagas que habían afectado las cosechas del sur y que habían disminuido las posibilidades laborales en un gran porcentaje, a diferencia de la mejor situación que se vivía en el norte con las industrias y la mano de obra que estaba requiriendo. Al llegar a la ciudad, se establecieron en ciertas zonas marginales de la ciudad , desde donde la música negra se desarrollaría con más fuerza que en la décadas anteriores.

En relación al aspecto comercial de la crisis, la industria discográfica había entrado en decadencia, lo que el swing revirtió gracias a su facilidad para hacerse popular. En un contexto de prohibición, la vida nocturna de las ciudades vivía gracias al frenético ritmo del jazz, lo que llevó a que la nueva música se extendiera desde las clases bajas a las clases opulentas, quienes iban crecientemente consumiendo su producto. Junto con ello, la radio comenzó a difundir el nuevo estilo transmitiendo incluso conciertos completos de las bandas más conocidas.

De esta manera, vemos que la crisis impulsó el jazz por distintas razones que llevaron finalmente a que su popularidad fuera tal, que sus ecos llegaran a Francia, donde se hizo popular también, e incluso a la Alemania Nazi.

La década infame se ignagura con una absoluta prepcrición popular la persecusion política y el fusilamientos de activistas, la crsis económica golpe también a la música en letras densas, crudas. En el treinta se desbarataba la opulencia oligarca de el país «granero del mundo”, la clase trabajadora se paseaba hambreada por la ciudad y otra migraba hacia ella desde el interior.

Esta noche me emborracho Susana Maizzani 1928

Los primeros años de la década de 1930 fueron duros para los sectores populares en particular. Las consecuencias para la Argentina de la crisis mundial de 1929, sumadas a los problemas que evidenciaba el modelo agrario exportador para la misma época, provocaron un fuerte aumento de la desocupación rural y urbana. 
Contingentes de trabajadores sin trabajo numéricamente significativos se trasladaron desde las provincias del interior hacia los centros urbano-industriales como Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Santa Fe, que concurrían a generar un amplio sector de desocupados que buscaban incesantemente trabajo. 

Era una inmensa aglomeración de algo que no podríamos llamar, como hoy, «˜villas miserias»™, ni ranchos, ni ninguna forma de vivienda por humilde que fuera. Eran una especie de tabucos, unas chozas misérrimas, que se extendían por cuadras y cuadras. La villa albergaba en su mayoría a hombres jóvenes cuyas edades oscilaban entre los 25 y los 45 años. Era un dramático y diverso mundillo de obreros, empleados, obreros especializados, de nuestro interior y la propia capital y de diversas partes del mundo; estos últimos eran mayoría. 
En 1933, una cantidad de desocupados de la Villa Esperanza, en banda, armados de revólveres, hierros, palos, cascotes, piedras y otros instrumentos, sorpresivamente asaltaron al grito de «Â¡queremos comer!” una de las sucursales de las «Grandes Despensas Argentinas”

En plena crisis del 30, el tango «Acquaforte” reflejaba la situación del canillita como único sostén de su hogar, mientras que su viejo, obrero, tomaba el mate con su mujer después del laburo.

«Y pienso en la vida, las madres que sufren,

los pibes que vagan sin techo y sin pan,

vendiendo La Prensa, ganando dos guitas,

¡qué solo me siento!, quisiera llorar.”

Obligado estoy, además, a mencionar la letras que, durante la citada década, compuso el poeta y filósofo existencialista Enrique Santos Discépolo: «Yira, yira”, «Qué sapa, Señor”, «Qué vachaché”, y el inolvidable «Cambalache”.

Debemos recordar también las obras referentes a la antedicha crisis compuestas por Francisco Canaro, con letras de Ivo Pelay, inmortalizadas en disco por Tita Merello. Podemos citar: «Dónde hay un mango?”, «Los muchachos con la crisis”, etc.



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