11/08/2014

Brasil: Terminó la Copa, aumentó la represión

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Desde las movilizaciones de julio del año pasado en vísperas de la Copa del Mundo 2014, la policía en la calles se multiplicó. Brasil quería cuidar su imagen ante el mundo y para eso que mejor que un reforzado aparato represivo. El proceso de «pacificación” de las favelas, fue una limpieza social que movió poblaciones y destruyó hogares, preparando el país para los eventos deportivos. Los cuales además, implicaron una fuga exorbitante de recursos públicos. Por Catalina Araya para ANRed, desde Brasil


«Protestar no es crimen”, gritan hoy los sectores movilizados, luego que manifestantes en diferentes zonas del país han sido incriminados por «actos de violencia” sin pruebas que lo acrediten. «Libertad para los presos políticos”, es la consigna que conduce a la unificación de los movimientos sociales en torno a la reivindicación del derecho a decir que no.

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En el centro de Rio de Janeiro, desde las cinco de la tarde se reunían los manifestantes a los pies de la Iglesia de la Candelaria. Eran centenares de personas que alzaban lienzos y se preparaban para marchar rodeados por un intimidante contingente policial. Mientras esto sucedía, la cadena Globo des-informaba en televisión, que la movilización del miércoles 30 de Julio sólo había convocado alrededor de cuarenta personas.

Medios de comunicación masivos cuidando los intereses del capital, no es una historia nueva. En Brasil, el más importante es Globo. En sus diferentes formatos cumple fielmente el rol de medio de manipulación. La crítica hacia Globo es transversal por el movimiento social de Brasil. Es un medio que criminaliza y tal como lo demuestra su austera percepción de la movilización del miércoles, la mayoría de las oportunidades, derechamente miente. Durante la Dictadura Militar (1964-1985) el periódico O Globo sirvió de relacionador público del régimen autoritario, así como en Chile lo hizo «El Mercurio” y en Argentina «Clarín”. El ícono de la Emisora y a continuación la frase «Sensacionalismo con el dolor del pueblo”, era uno de los mensajes que los manifestantes le enviaban.

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La marcha era bordeada en ambos costados por la policía y una fila de uniformados avanzaba por el centro del bloque de manifestantes; motos escoltaban el inicio y varios vehículos el final. Pegados a las botas de los oficiales, las personas gritaban «esa policía mata gente”,»vivimos una dictadura” y «Estado asesino”. Una cama elástica, rodeada con grandes letras que decían «Represión”, reforzaba el mensaje: La sociedad brasileña está regida por un Estado de control, policial y carcelario.

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El movimiento transgénero preparó un santuario profano, con un pollo llamado «Dilma”, en un plato con farofa (una harina típica, infaltable en cada comida). El pollo corría de mano en mano y hasta fue sodomizado con un dildo. Rodeando el pollo, unas velas en platos también con farofa, simbolizaban a otros políticos criticados.

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Al estilo Anonymous, un grupo de personas usó máscaras. El personaje escogido fue Mikhail Bakunin, el padre del anarquismo fallecido en 1876. El 28 de Julio, el Folha de Sao Paulo publicó que en el texto de la investigación que responsabilizó a 23 personas por la organización de acciones violentas en manifestaciones, la Policía Civil de Rio de Janeiro mencionaba al filósofo como un sospechoso. El salto en el tiempo de Bakunin se debe a que en una conversación telefónica, otro sospechoso, citó al filósofo. Por la pequeña confusión el autor de «Dios y el Estado” marchó también ese día.

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La movilización recorrió desde la Iglesia de la Candelaria hasta la Cámara de Senadores, un edificio ícono del poder estatal en Río. En una construcción contigua se proyectaron frases como «libertad a los presos políticos” y los nombres de los acusados. En el lugar, algunos gritos fueron camino a la maltratada Palestina. Se levantó una bandera en su nombre y se quemó otra con la estrella de David en el centro, también en su honor.


Mucho cuidado con la Policía Militar

Rafael Braga fue condenado a cinco años de prisión por una presunción de crimen, «simplemente por ser negro, pobre, desempleado y sin techo”, indica la declaración del Comité Popular Contra el Estado de Excepción, agrupación que convocó al acto. Los presos políticos son acusados de asociación criminal armada, también Fábio Raposo y Caio Souza, en prisión desde febrero por la muerte del periodista Santiago Andrade. «Junto a eso, las diversas detenciones arbitrarias y la recurrente violencia policial en las manifestaciones por todo el país caracterizan el avance de un Estado de Excepción que compromete el ciclo de redemocratización de la sociedad brasileña”.

El acto del miércoles fue pacífico de principio a fin. Con el número exagerado de policías cualquier foco que quisiera utilizar otros medios de lucha habría fracasado. La arremetida en las calles y los mecanismos de instigación de los aparatos de inteligencia no merman el impulso de protestar, pero si generan cautela en las personas.

«El Gobierno Estatal y Federal esta persiguiendo a centenas de manifestantes en todo el país. Nuestras casas son invadidas. Pero no vamos a salir de las calles y no vamos a aceptar la opresión del Estado brasileño”, comentó una participante del Frente Independiente Popular, que como muchos, esquivó las fotografías.

El aparato policial de Brasil, está constituido sobre una lógica represiva militar, basada en orden jerárquico. Fue organizado por la Dictadura, por ende, anclada en su corazón está la misión de destruir al enemigo interno.

En el 2012, incluso con la campaña de desarme en curso, sucedieron más de 56 mil homicidios en Brasil, lo que significa 154 víctimas diarias, indica el «Mapa de la Violencia 2014», elaborado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Según el estudio, entre 2002 y 2012 «murieron, ni más, ni menos que 556 mil ciudadanos víctimas de homicidios, cantidad que excede, enormemente, el número de muertes de la mayoría de los conflictos armados registrados en el mundo”.

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«Esa represión no acontece sólo en Rio. En Puerto Alegre varios compañeros han sido perseguidos acusados de formar cuadrillas. En Sao Paulo más de cuarenta ferroviarios fueron presos por estar en huelga. Quiero dejar bien claro que acá no hay una dictadura, hay una democracia burguesa que cuida los intereses de los ricos y a la primera oportunidad reprime”, comentó la vocera de la Asamblea Nacional de estudiantes libres.

No sólo son las organizaciones de estudiantes y trabajadores las que son investigadas. Una vocera del movimiento cultural Okupa Lapa, señalo que «formamos parte de los setenta y tres colectivos socioculturales de Rio de Janeiro, que estamos siendo investigados por la Policía Federal. La gente esta siendo acallada, intimidada”.

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El Centro de Información del Ejército hace unos días decretó oficialmente a los movimientos sociales como «enemigo interno”. Actualmente hay 15 personas presas en Rio de Janeiro y cuatro en Sao Paulo.

Durante la movilización un representante de los profesores aludió a la necesidad de construir una nueva Constitución política para Brasil. «Hoy, nadie tiene acceso a esa caja negra que es el Tribunal de Justicia. Necesitamos acabar con la policía asesina de Rio de Janeiro y Sao Paulo, que reprime brutalmente a los trabajadores, que mata a los habitantes de las favelas. Una nueva Constitución que garantice la libertad y el fin de la policía genocida”.

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Mientras una privilegiada minoría se mueve en helicópteros por los sectores más bellos de Rio de Janeiro, basta con pasearse por el centro para ver el nivel de indigencia que existe en Brasil. El país petrolero no reparte los dólares entre sus doscientos millones de habitantes, la mayoría vive el mes sólo con los 720 reales de sueldo mínimo, alrededor de 360 dólares = 180 mil pesos, aprox.

«No hay reforma agraria, no hay reforma humana. Fingieron la reforma agraria durante la Dictadura. Hoy vivimos la dictadura del capital. Nada cambiará con las elecciones”, comentó un trabajador.

El cinco de Octubre hay elecciones en Brasil, el gobierno de centro izquierda de Dilma Rousseff espera continuar en el poder. Pese a los discursos, sus políticas profesan su amor incondicional por la protección de los intereses económicos de la minoría, en desmedro de la vida de la mayoría. Ya se reventó la burbuja de la Copa, se respira la contingencia electoral y hay una imperiosa necesidad de protegerse de la criminalización. En este contexto, el movimiento que dijo «FIFA go home” y que hoy dice «Luchar no es un crimen”, aspira a la unidad de los diferentes sectores en lucha para construir el futuro.


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