02/07/2014

Walter y Lean, una historia de represión, impunidad y lucha organizada

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Después de un juicio oral que absolvió escandalosamente al custodio presidencial que fusiló a dos pibes de Fiorito, el Tribunal de Casación provincial revocó la sentencia y lo condenó por homicidio. Por CORREPI, para ANRed.

Walter y Lean, una historia de represión, impunidad y lucha organizada.

El 17 de mayo de 2013, mientras las policías Federal y Metropolitana unían sus fuerzas para reprimir trabajadores, periodistas y pacientes en el Hospital Borda de la Ciudad de Buenos Aires, en Lomas de Zamora la policía Bonaerense no pudo frenar la indignación y la bronca de los vecinos de Villa Fiorito que escucharon, estupefactos, que el Tribunal Oral en lo Criminal nº 3 absolvía, por dos votos a uno, al policía federal Maximiliano Germán Ledezma. El barrio se había conmocionado ya el 26 de septiembre de 2010, cuando el custodio de la Presidencia, franco de servicio, fusiló a Walter Robles (19) y Leandro Pérez (18) con cuatro y tres tiros por la espalda.

Hizo falta una larga lucha para llegar al juicio oral ante el tribunal integrado por los jueces Rafael Villamayor, Marcelo Dellature y Jorge Camino. Como sucede siempre que de un lado hay un uniformado al servicio del estado, y, del otro, dos hijos del pueblo trabajador, el fiscal de instrucción, el juez de garantías y la cámara de apelaciones usaron todos sus recursos para proteger al homicida, que apenas si pasó unos meses preso, y fue rápidamente premiado, a pesar de la imputación por doble homicidio, con un arresto domiciliario.

Marcela Robles, mamá de Walter, y Nélida Barrios, mamá de Lean, se organizaron desde el primer momento en CORREPI, y llevaron su pelea a las calles de Fiorito, un barrio que conoce bien el poder represivo del estado, y que no olvida a sus hijos asesinados por la policía, como Jorge «Chaco” González o Matías Bárzola.

En las dos semanas que duró el debate, los vecinos que presenciaron el doble asesinato relataron una misma y coincidente historia. Uno tras otro, sin la menor duda, explicaron cómo el custodio presidencial, ante la posibilidad de que Walter, Lean y un tercer chico le quisieran robar la moto, sacó su arma y se identificó como policía. Los tres se dieron vuelta y salieron corriendo «como alma que lleva el diablo”, dijo uno de los puesteros de la cuadra, y Ledezma disparó hasta vaciar el cargador. Siete de las balas hicieron blanco, cuatro en la espalda de Walter y tres en la de Leandro.

Con ese panorama, completado por la novia del policía, que sin querer confirmó el relato de sus vecinos, el fiscal había pedido 20 años de prisión. Las madres de los chicos, asistidas por la militante de CORREPI María del Carmen Verdú, reclamaban prisión perpetua. El juez Caminos votó por la condena, pero sus colegas Villamayor y Dellature dijeron «legítima defensa”, y aclararon que Fiorito es «una zona baja naturalmente hostil a la policía”. Los vidrios rotos del edificio de los Tribunales de Lomas después del veredicto mostraron que también es un barrio hostil a la impunidad.

Trece meses después, al calor de una lucha que no cesa, hoy CORREPI y Fiorito festejan. En fallo unánime, la Sala I del Tribunal de Casación Penal provincial revocó la absolución y condenó al policía federal Ledezma por homicidio.

Tan grosera había sido aquella absolución, que el camarista Benjamín Sal Llargués rompió el protocolo judicial y, vinculando el asesinato de Walter y Lean al fusilamiento del brasileño Charles de Meneses en el subte de Londres, dijo: «A salvo la infausta ley del «˜shoot to kill»™ del Reino Unido, que yo sepa, nada autoriza a disparar a zonas vitales a quien huye. Pérez ha sido aquí «“como Meneses allá- víctima propiciatoria de la nuda violencia estatal”. También se refirió al «pensamiento cavernario de los portavoces del odio a los pibes chorros”, como definió a los periodistas que «celebran el gatillo fácil diciendo ¡uno menos!” y «administran los estereotipos de la criminología mediática”.

La causa volverá ahora al tribunal oral, para que se fije la pena que deberá cumplir el policía federal, que está en actividad, con su uniforme y su arma, y en la calle. No se conoce si fue reincorporado a la custodia de la Presidencia o ha cambiado de destino.

No termina aquí la lucha. Seguirá la pelea en los tribunales, porque vendrán los previsibles recursos de la defensa ante la corte provincial y la federal. Y seguirá, ante todo, la lucha organizada en la calle, que es la única fuerza del pueblo trabajador frente a la represión.


Por CORREPI

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