27/01/2014

Organizaciones sociales y políticas llaman combatir el ajuste

tapa_anred_ya-5.jpgTras la devaluación aplicada por el Gobierno distintas organizaciones políticas y sociales esbozaron análisis sobre la situación y el efecto que tendrá sobre los trabajadores y el pueblo. Convocan a dar respuestas unitarias desde las bases para enfrentar el ajuste y piden, entre otras cosas, la eliminación del IVA a los productos de la canasta básica y a los medicamentos, control del comercio exterior, salarios iguales a la canasta familiar, incremento de los planes sociales, y la suspensión del pago de la deuda externa. Por ANRed


A continuación, reproducimos los comunicados y posturas públicas de distintas organizaciones sociales y políticas sobre la devaluación y la coyuntura política y económica:

Los trabajadores y el pueblo no vamos a pagar los platos rotos de una fiesta ajena

Devaluación: un saqueo a los bolsillos populares

La devaluación de la semana pasada completa una serie de medidas que responden a un contexto económico difícil, que marca las contradicciones que acumuló el modelo en los últimos años y en donde el gobierno nacional terminó haciendo lo que prometió que no haría. Sin duda, la devaluación del peso, con el precio del dólar oficial que saltó de 6 a 8 pesos en menos de un mes, tendrá un claro impacto regresivo para los sectores populares.

Una vez más, como en toda depreciación de la moneda nacional, quienes salen favorecidos son los grandes exportadores y el gran capital, vinculados a los sectores transnacionales, que venían demandando una devaluación. Mientras que los grandes perjudicados somos los trabajadores y el pueblo, que como siempre sufrimos con la disminución en el poder de compra de nuestros ingresos.

De esta forma, hoy se cristalizan las transformaciones estructurales siempre pendientes; sumándose esta fuerte devaluación del peso a una serie de medidas «pro-mercado” que el gobierno nacional tomó en los últimos meses, intentando evadir sin éxito las tormentas que le sugirieron distintos sectores políticos y empresariales.

Claro ejemplo de esta orientación es la búsqueda de un arreglo con Repsol por 5.000 millones de dólares (reconociéndole el pago de una indemnización después de haber saqueado durante años nuestros recursos); los acuerdos con cinco multinacionales en el marco del CIADI (tribunal internacional del saqueo que actúa como árbitro entre estados soberanos y empresas transnacionales), por lo cual nuestro país pagará cuantiosos montos en dólares, mermando la soberanía del Estado para juzgar en el propio territorio. En la misma línea, del baúl de los recuerdos salió el intento de acordar con los acreedores del Club de París, postergado desde 2008, con la expectativa de conseguir crédito internacional a costa de endeudar nuevamente al país.

En síntesis, el gobierno profundiza una inserción económica subordinada a los grandes grupos monopólicos, así como al CIADI, al Banco Mundial y al FMI, sumándose en estos días la discusión de un acuerdo de libre comercio entre el MERCOSUR y la Unión Europea, que de concretarse perjudicaría gravemente a los trabajadores y a la soberanía del Estado.

Sin embargo, estos no son los únicos compromisos del gobierno con el empresariado local e internacional. Otros se han venido tejiendo desde hace años y les han permitido «llevársela con pala”, como reconoció hace tiempo ya Cristina Fernández de Kirchner. No fueron acuerdos gratuitos, sino que se montaron sobre un escenario económico frágil y que fue sumando contradicciones, permitiendo cierta recuperación del nivel de empleo y los salarios, al tiempo que se concretó el pago de 173.000 millones de dólares de deuda externa (el famoso «desendeudamiento”), la cual no solo no ha evidenciado una reducción significativa y hoy asciende a us$200.000 millones, sino que con la vuelta al crédito internacional se espera que esta se expanda nuevamente.

Ante tamaña sangría de recursos, el gobierno se desespera ahora por obtener dólares, ya sea intentando volver al crédito internacional con los organismos multilaterales; inclinándose ante inversiones extranjeras con condiciones draconianas (y hasta secretas y potencialmente contaminantes como con Chrevron); procurando acuerdos con China (como el fallido intento de la construcción de dos represas) o intentado infructuosos blanqueos de capitales no declarados (posiblemente provenientes del lavado de dinero).
Sin embargo, los sectores empresariales concentrados quieren todavía más y apuestan a una devaluación aún mayor del peso para aumentar sus ganancias. Con tal de salvaguardar sus ingresos no dudan en incrementar los precios de los productos que ellos venden y nosotros producimos, alegando aumentos de insumos.

Es evidente que este panorama de devaluación no se reduce únicamente de una disputa entre los de arriba sino que se hará sentir por abajo. La precariedad ataca la vida de más de la mitad de los trabajadores y trabajadoras de nuestro país, que contamos con ingresos por debajo de los 4.000 pesos para más del 50% de las y los laburantes (mientras el sector financiero ganó 34.000 millones de pesos sólo entre enero y noviembre de 2013).

Por su parte, los acuerdos de precios firmados por el Secretario de Comercio, Augusto Costa, el sucesor de Moreno, ya convalidaron precios altos de alimentos, a lo que se sumará el impacto de esta reciente devaluación que sin duda no va a pasar desapercibida en las góndolas de los supermercados.

Otra vez los de arriba van a querer que la clase trabajadora pague los platos rotos, con nuevos incrementos de tarifas, combustibles, alimentos y medicamentos, entre otros bienes de primera necesidad.

Por eso, las organizaciones abajo firmantes llamamos a poner en pie iniciativas que permitan sostener el nivel de ingresos de las y los trabajadores, impulsando la organización y la lucha desde las bases para impedir que las paritarias sean la variable de ajuste; defendiendo cada puesto de trabajo, reclamando salarios iguales a la canasta familiar, el incremento de los planes sociales, el control popular de precios y de los servicios públicos, y la aplicación de la Ley de Abastecimiento.

Asimismo, frente a la suba de la inflación reclamamos la eliminación del IVA a los productos de la canasta básica y a los medicamentos, así como la nacionalización del transporte, la energía y los combustibles bajo control de los trabajadores y el pueblo.
Para que la grave situación económica no golpee a los sectores de menos recursos, es fundamental que se impulsen medidas como la nacionalización del sistema financiero y el comercio exterior, que permitan cerrar la fuga de divisas sin castigar el bolsillo popular.

Por último, exhortamos al gobierno nacional a recuperar la soberanía, desconociendo al CIADI como tribunal con jurisdicción para los litigios con las multinacionales; y a no pagar la deuda externa que se ha comprobado que es ilegal, ilegítima y fraudulenta.

Porque queremos un país con soberanía alimentaria, energética y financiera.

¡Por una Argentina sin entrega ni explotación!

¡Por una alternativa política de los de abajo!

Primeras firmas:

COB La Brecha «“ Frente Popular Darío Santillán (FPDS) «“ Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social (MULCS) «“ Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) «“ OP Fogoneros «“ Agrupación Domingo Menna «“ Organización de Trabajadores Revolucionarios (OTR)

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Programas sociales, devaluación y la necesidad de reformas estructurales: Progresar un casillero, retroceder varios

A lo largo de diciembre y enero, el gobierno nacional ha tomado una serie de medidas que intentan encauzar la compleja situación social, económica y política hacia 2015, pero que evidencian las tensiones y límites del actual modelo. La brusca devaluación del peso, que apunta a frenar la sangría de reservas, implica una concesión a los grandes grupos económicos y profundiza la pérdida de poder adquisitivo del pueblo trabajador. Por su lado, planes como el Precios Cuidados o el Progresar son paliativos, pero están lejos de detener la suba de precios y de revertir décadas «“incluida la última- de exclusión y precarización de más de un millón de jóvenes. Ante esto, desde MAREA Popular y el FPDS Corriente Nacional planteamos que es necesaria la más amplia unidad de las organizaciones populares para defender en las calles nuestros derechos y, al mismo tiempo, que Argentina debe avanzar en reformas estructurales, como el control público del comercio exterior, la recuperación de recursos estratégicos, la implementación de una reforma tributaria para que paguen más quienes más tienen, y la aplicación de políticas que defiendan el empleo y el ingreso de las mayorías populares.

A través de la acelerada devaluación del peso, el gobierno busca achicar la brecha entre el dólar oficial y el blue, y revertir la caída de reservas. Esta decisión, aplaudida por las principales entidades empresarias que venían reclamando «mayor competitividad” de la economía argentina, implica una caída del salario real y por lo tanto un retroceso para el pueblo trabajador, en un contexto de deterioro de nuestros ingresos por la inflación.

Devaluación: causas y consecuencias

Desde la implementación del control cambiario (mal llamado cepo por los medios opositores y la derecha), a fines de 2011, se generó un mercado negro de divisas, en el que cotiza el dólar paralelo o «blue”. Más allá de su carácter minoritario, el aumento de este dólar blue se convirtió en una herramienta de presión de ciertos sectores empresarios interesados en una devaluación.

Sin embargo, esta medida no funcionó como dique de contención a la salida de reservas del Banco Central. A fines de 2011, eran 50 mil millones de dólares. Hoy, no llegan a los 30 mil. Esa sangría de recursos se debe principalmente a la fuga de dólares al exterior por parte de los dueños de las grandes riquezas del país, a la necesidad de importar combustibles debido a la desastrosa política energética y al saqueo de YPF por parte de Repsol y la familia Esquenazi, al pago serial de la deuda externa y a las características dependientes de la industria nacional que importan una parte muy importante de sus insumos.

Además, el país comenzó a ir a pérdida en el turismo, y los grandes exportadores agrarios decidieron guardar una parte sustancial de su producción, apostando a venderlas cuando el dólar sufriera un previsible aumento.

Por eso, el gobierno a lo largo del año pasado y comienzos de 2014 aceleró el ritmo de devaluación, con el objetivo de achicar la brecha que existe entre la cotización del dólar oficial y el paralelo. Durante enero el tipo de cambio oficial se devaluó un 33%, en relación a diciembre. Pasó de $6 por dólar a $8, lo que dio lugar a la tasa de devaluación más elevada desde el año 2002. Si se cuenta desde comienzos del año pasado, la moneda nacional perdió el 60% de su valor.

No es casual que la medida haya sido apoyada por las principales cámaras empresarias del país, ya que a través de la devaluación bajan sus costos laborales en dólares (es decir, el valor de nuestro salario) y aumentan las ganancias de los exportadores de productos primarios e industriales.

Paliativos

A través de la implementación del plan Precios Cuidados y el Progresar, el gobierno pareciera reconocer el deterioro de las condiciones de vida del pueblo trabajador y el mal humor creciente por abajo que, entre otros factores, llevó a una derrota del kirchnerismo en las últimas elecciones. No obstante -y más allá del reconocimiento de la inflación y de la existencia de más de un millón de jóvenes que ni estudian ni trabajan- los planes no van a las causas estructurales de los problemas.

En cuanto al aumento de precios, no se atacan la rentabilidad extraordinaria que tienen grandes empresas en mercados altamente concentrados y las injusticias que se producen. Por ejemplo, un productor de yerba recibe 1 peso por kilo y en el supermercado se compra a 30 pesos. Y, además, se les permitió a las empresas aumentar hasta dos o tres veces el precio de ciertos productos antes de la implementación del plan.

Con respecto al Progresar, si bien amplía los beneficiarios de la seguridad social a los jóvenes entre 18 y 24 años, la asistencia de 600 pesos resulta insuficiente. Mucho más en un contexto inflacionario, con el agravante de que la persona deja de percibir la asignación si su ingreso o el de su grupo familiar supera el límite de los 3600 pesos en los que hoy se encuentra el salario mínimo vital y móvil oficial, menos de la mitad de lo que realmente necesita una familia para vivir dignamente. Claramente, 600 pesos no alcanzan para revertir varias décadas «“incluida la última- de exclusión y precarización que sufren más de un millón de jóvenes de los sectores más vulnerables.

En definitiva, se trata de medidas que funcionan más como paliativos que como ampliación de derechos. Un intento de contener a la principal base de sustentación del kirchnerismo, y de frenar un drenaje de apoyo hacia el massismo y otras expresiones conservadoras, tanto dentro como fuera del Frente para la Victoria.

Por nuestras reivindicaciones y un cambio de fondo

Históricamente las devaluaciones en nuestro país tendieron a generar nuevos aumentos de precios, por lo que el principal problema desde el punto de vista de los intereses populares es la posibilidad de una aceleración de la inflación en los próximos meses.

Por estas razones las negociaciones paritarias, que ya habían empezado a darse en un clima caliente por la inflación, cobran ahora un carácter decisivo para frenar el deterioro de las condiciones de vida populares. Desde MAREA Popular y el FPDS Corriente Nacional impulsamos y nos sumaremos a todas las luchas del pueblo trabajador en defensa del salario y las condiciones laborales, con la convicción de que el más amplio protagonismo obrero y popular es el único reaseguro para el triunfo de las luchas. Allí esperamos trabajar codo a codo con todos los que se consideran militantes del campo popular, apostando por la mayor unidad.

Nos referimos a miles de hombres y mujeres que pertenecen a las estructuras sindicales del movimiento obrero organizado, cooperativas de la economía popular (como las que nuclea la CTEP), movimientos territoriales, estudiantiles, de jubilados, y distintas expresiones de esta clase trabajadora, de la cual casi el 50% de quienes la integran trabaja en negro o en distintas condiciones de precarización.

Sin embargo, creemos que tenemos que ir por mucho más. Como fuerzas políticas nos caracterizamos por plantear a nuestro pueblo que la inflación y la disminución de las reservas son las expresiones más visibles de problemas estructurales más profundos, que sólo pueden resolverse en función del bienestar de la mayoría a partir de propuestas de cambio de fondo. El gobierno nacional, en cambio, busca la manera de reconducir los desequilibrios económicos en el marco del actual modelo económico.

Ante las fuertes presiones de la clase dominante, que es la mayor ganadora de esta década, esta política del kirchnerismo pone en un callejón sin salida al conjunto del pueblo trabajador. Pero además genera las condiciones de una salida por derecha de cara al 2015, sea por dentro o por fuera del Frente para la Victoria, abriendo paso a su vez a la resignación y la desilusión al interior de sus propias filas militantes y en su amplia base social de apoyo.

Por esa razón, creemos que es necesario dar lugar a una nueva experiencia política superadora junto a otros sectores de la militancia popular, que pueda defender las conquistas alcanzadas a lo largo de esta década ante el avance de la derecha, y al mismo tiempo abrir paso a una transformación del país siguiendo el camino marcado por otras experiencias de países latinoamericanos.

Algunas propuestas que creemos necesarias son:

 Ante la disminución de las reservas, establecer el control público sobre el comercio exterior de las exportaciones, para que el Estado pueda hacerse con el control de enormes masas de dinero hoy apropiadas por multinacionales cerealeras, petroleras y mineras.

 Suspender el pago de la deuda externa hasta tanto no se haga una profunda investigación y se denuncie la gran parte ilegal e ilegítima que la compone.

 Encarar una profunda reforma impositiva que permita un shock en la distribución de la riqueza social haciendo que los que ganan más paguen más.

 Establecer el salario mínimo en el equivalente de la canasta familiar real, prohibir los despidos, aumentar los montos de los planes sociales y aprobar la ley del 82 por ciento móvil en las jubilaciones.

 Controlar los costos reales de las empresas mediante la acción común de funcionarios estatales y sindicatos en cada eslabón de la cadena de producción. Establecer puntos de venta de alimentos y productos de primera necesidad dependientes del Mercado Central gestionados por las organizaciones sociales.

MAREA Popular «“ Frente Popular Darío Santillán Corriente Nacional

26-01-2014

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CRISTINA ORDENÓ UN AJUSTE BRUTAL CONTRA LOS TRABAJADORES

Héctor «Chino» Heberling, dirigente del Nuevo MAS, denunció: «la presidenta Cristina acaba de enterrar lo poco que quedaba del ‘relato’; en un solo día devaluó el peso un 12% y durante el mes de enero se acumula una devaluación de más del 22%, llevando al dólar a 8$. Este dato, dramático por si mismo, solo tiene una interpretación: el gobierno K ha decidido un ajuste brutal contra los trabajadores y el pueblo; desde el año 2002 no se veía semejante ajuste. Ajuste que produce un inmediato deterioro del poder de compra de los salarios que se cobran en pesos, frente a una escalada de los precios que se ajustan al ritmo de la suba del dólar.

Estas medidas han contado con el beneplácito de los ‘mercados’ y de todos los políticos ‘opositores’, que ven con buenos ojos que la ‘tarea sucia’ de ajustar y sincerar la economía la haga Cristina, mejorando sustancialmente los ingresos de los sectores exportadores (hasta ayer, ‘los enemigos’) y de paso dejar el camino allanado para el que suceda al gobierno K.

El gobierno aceleró el ajuste durante estos días de verano, haciendo cálculos que es muy difícil que haya una respuesta de los trabajadores en lo inmediato; cuenta para esto con la inestimable ayuda de todos los sectores de la burocracia sindical. Mientras los oficialistas Calo y Yaski se callan la boca,la ‘cumbre’ de Moyano y Barrionuevo fue un fiasco: ni siquiera hubo declaraciones ‘para la tribuna’ y rápidamente obedecieron las órdenes de los patrones y políticos amigos que les aconsejaron callarse la boca, porque ‘todos’ tienen que ayudar al gobierno, para que no haya olas y los trabajadores se coman el sapo del ajuste.

Hay que salir a denunciar y combatir este brutal ajuste. Desde el Nuevo MAS llamamos a todos los sectores combativos del movimiento obrero, a las fuerzas de izquierda, a los diputados del FIT, a organizar desde hoy mismo una respuesta a estas medidas anti – obreras del gobierno; no se puede esperar hasta que en marzo comiencen las discusiones paritarias: hay que impulsar asambleas en los lugares de trabajo y en los gremios, para frenar el ajuste.

Llamamos al resto de la izquierda a reunirnos para evaluar convocar, en los primeros días de febrero, a una gran marcha a la Plaza de Mayo en el camino de construir un gran paro general para dar pelea por un aumento inmediato de emergencia del 40% y un salario mínimo de 10.000$ que es el costo de la canasta familiar».

Nuevo MAS

http://www.mas.org.ar

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CAMBIOS EN EL CEPO CAMBIARIO

Un giro improvisado: devaluación, inflación y «cepo” al salario

Por: Esteban Mercatante

Los trabajadores debemos dar una respuesta para que la crisis la paguen los capitalistas

Los anuncios del día de hoy vuelven a alterar sustancialmente el régimen cambiario, a menos de dos meses de los últimos cambios con los que comenzó el nuevo equipo económico. Se trata de cambios ocurridos bajo el empuje de una situación que amenaza descontrolarse. Aunque el nuevo ministro de Economía, Axel Kicillof, tenía ya tomada la decisión de ajustar fuerte el tipo de cambio, la presión sobre el mercado cambiario legal que validó una depreciación de 23% sólo en lo que va de enero, y el recalentamiento del dólar «blue” que llegó ayer a superar los $13 pesos crearon una situación de incertidumbre sobre hacia dónde va la economía. La prensa económica internacional ha dado una señal de alerta, sugiriendo incluso la posibilidad de contagio en un contexto donde hace unos meses los países «emergentes” vienen en dificultades. Financial Times ubica a la Argentina entre los casos más «riesgosos”, junto a Ucrania y Venezuela. The Guardian señala la amenaza de contagio a Brasil, y en España la bolsa cayó, según muchos analistas, empujada por la economía Argentina. Esto se da en un contexto donde la reversión de los flujos de capitales por la menor inyección monetaria en los EEUU afecta también a países como Turquía, Sudáfrica, Indonesia, Tailandia, Chile y Perú.

En el día de ayer la moneda se depreció más de 13%, y el drenaje diario de divisas, sin un plan claro para encauzar la situación y sin alivio de la demanda de dólares a la vista, hizo sonar todas las alarmas. A este ritmo, las reservas del Banco Central, que perforaron el piso simbólico de los u$s 30 mil millones la semana pasada, podrían continuar en caída acelerada.

El ritmo desbocado de depreciación del peso está trastornando el desenvolvimiento económico. Numerosos sectores están frenando la producción y las ventas por desbarajuste de la estructura de costos que ocasiona.

Bajo este ariete, ahora se anuncia la legalización del ahorro en dólares (levantamiento parcial del «cepo” a la compra de dólares), así como la rebaja de la imposición en anticipo de ganancias para la compra de dólares y las compras con tarjeta en el exterior, que pasa del 35% al 20%.

El cepo cambiario no desaparece con los anuncios, sino que vuelve a parecerse a lo que era en sus orígenes. Para ver si al menos «“modestamente- permite pasar el fin de semana sin que siga escalando la cotización del paralelo, bajo el efecto de desconcierto que creó durante el día la falta de precisiones para las operaciones del día.

Desde sectores cercanos al oficialismo, se busca desde ayer mostrar que está todo «fríamente calculado”. Según este razonamiento, no hubo una escapada del dólar por fuera de los cálculos, sino que el dólar llegó al precio que propuso Axel Kicillof el día que asumió como ministro de Economía: ocho pesos. Acá estaría el máximo que podrían esperar los exportadores de granos. El pequeño detalle es que está faltando dos meses para que comience la liquidación fuerte de la venta de soja, que empieza en marzo pero se concentra en abril. Período que parece una eternidad.

Pero ¿ahora el gobierno va a estar dispuesto a vender todos los dólares que se demanden a la cotización oficial, para que la moneda se mantenga en el rango alcanzado? Seguramente, si así lo hacen, lograrán bajar el paralelo y cerrar la brecha. Pero claro, al módico precio de entregar todos los dólares que se demanden. La única manera en la que este giro improvisado bajo la presión de los hechos no termine en un drenaje acelerado de reservas (por un monto mucho mayor que la operación diaria del mercado blue) es con un cambio drástico en toda la política monetaria, aplicando las medidas con las de viene amagando tímidamente el jefe del Banco Central (BCRA), Juan Carlos Fábrega: suba de las tasas de interés para incentivar la vuelta de dinero a los bancos y restar rentabilidad a la especulación monetaria, movimientos cambiarios menos previsibles para desincentivar la especulación, y «enfriar” la creación de crédito y emisión de dinero. Es decir, todo el plan que Kicillof rechazaba de forma tajante «“según trascendidos de casi todos los medios-. Y, junto a esto, vuelta al endeudamiento externo si se logra cerrar el default con el Club de París. No está claro que este sea el camino tomado, aunque el equipo económico va girando aceleradamente bajo la presión de los hechos.

Lo que desmadra todo el esquema es la inflación. Desde octubre de 2013 se viene registrando una espiral de precios, especialmente acelerada en diciembre, que se habría comido un 20% de los salarios sólo en ese período. La devaluación que desde octubre a hoy supera el 30%, está preparando nuevos saltos en precios de insumos críticos, entre otros del combustible, lo que se suma al aumento del transporte automotor de pasajeros en la ciudad de 66%. Todo esto preanuncia un nuevo salto en la inflación de este año (que podría pasar los 30%), previsión bajo la cual continuará la presión sobre el tipo de cambio (legal o paralelo según el alcance de la disposición del gobierno a entregar dólares).

El gobierno da vía libre a la devaluación y (parece) también a la compra de dólares para quienes quieran fugarlos. Pero no a los aumentos salariales, única ancla con la cual quiere pasar este año crítico. Mientras la presión de los especuladores le arrancó al gobierno la enorme concesión de reabrir el canal de compra legal (habrá que ver hasta dónde), así como los empresarios se llevaron un acuerdo de precios que les reconoce los aumentos de los últimos tiempos, y las fuerzas de seguridad pudieron arrancar aumentos muy por encima de cualquier sector de trabajadores estatales, por el contrario el gobierno viene mostrando que es una cuestión de Estado no ceder en las negociaciones paritarias. No es novedad el intento de imponer techos a las paritarias. Pero para este año se ha transformado en una cuestión de primer orden, y los voceros oficiales (pero también de la oposición) agitan el fantasma de los desbordes para responsabilizar de antemano a los trabajadores del descalabro de un plan muy flojo de papeles.

El gobierno, aún en la situación de debilidad política en la que se encuentra, busca poner todo el peso de las fracciones de la burocracia sindical que lo apoyan para limitar las aspiraciones de recomposición salarial ante el peso de la inflación.

Pelear por un programa y una alternativa política de los trabajadores

Contra la amenaza de profundizar el ajuste a costa de los salarios, está planteando pelear por paritarias sin techo, para que todo trabajador gane un salario equivalente a la canasta calculada en $ 9.000. Hay que luchar por el pase a planta de todos los contratados y tercerizados, tirar abajo el impuesto al salario, el aumento de las jubilaciones al 82% móvil y planes sociales que cubran el monto de la canasta familiar. Para enfrentar los aumentos de precios, la única manera de enfrentar seriamente la remarcación es con la fuerza de la clase obrera que, organizando comités junto con consumidores populares, luchando para imponer la apertura de los libros de contabilidad en todas las alimenticias y otras empresas de productos básicos para la vida, para dejar al desnudo las maniobras que inflan los precios así como aquellas que ocultan productos para obligar a comprar los que no tienen precios acordados. Los trabajadores de las grandes fábricas están en una «posición estratégica” para hacer una contabilidad de los productos guardados en depósitos.

El descalabro por el que transitan las variables económicas empujadas por el círculo vicioso de devaluación-inflación es consecuencia de los desbarajustes que crea la deuda externa y la dependencia económica. La única manera de enfrentarlo es declarando el no pago de la deuda externa, que se ha pagado más de tres veces en los últimos 30 años y que representa más del 10% del ingreso nacional anual que va a parar a manos de los usureros, representando además un drenaje de dólares necesarios para exportar insumos estratégicos. Junto con esta medida, es necesario el monopolio estatal del comercio exterior (liquidando por empezar a las corporaciones que concentran la exportación de granos y continuando con el resto de la economía) para terminar con todas las maniobras que realizan las multinacionales para maximizar la fuga de dólares y minimizar los pagos de impuestos. Asimismo, la otra pata del drenaje de dólares está en el sector financiero, que es necesario nacionalizar de forma íntegra mediante la creación de una banca estatal única. Sólo la clase obrera puede desarrollar este programa de conjunto. Para combatir la catástrofe que todas las fracciones de la burguesía se preparan para descargar sus espaldas, es necesario que esta tome en sus manos el destino nacional.

La magnitud de la crisis que se preparan para descargar sobre las espaldas de la clase trabajadora no da lugar para abrir ningún compás de espera. Es necesario empezar ya en todos los lugares de trabajo a discutir la situación y organizarse, empezando a impulsar la votación de delegados paritarios y exigir a la preparación de un paro nacional. Los sectores combativos y clasistas deben convocar un encuentro nacional de organizaciones obreras combativas, empezando por encuentros regionales, para preparar la batalla por las paritarias. Allí puede concentrarse la fuerza para imponerle a la burocracia un plan de lucha y un congreso de delegados de base, para reorganizar y unir al movimiento obrero ante el ajuste en curso.

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Jorge Altamira: «LLEGÓ EL RODRIGAZO”

Publicado el 23 de del 2014

«Para que el Banco Central se retire del mercado de cambios y deje que el peso se devalúe a cerca de nueve pesos el dólar, no hace falta que «˜nos audite»™ el FMI o que Argentina deba someterse a sus dictados. Es más de lo que el FMI hubiera ‘recomendado’. La lógica de este golpe monetario es ir a la liberación cambiaria. La mega devaluación tiene lugar un día después de que el Club de París le bajara el pulgar a Kicillof, cuando el «˜soviético»™ intentaba obtener del Club un salvoconducto para emitir deuda internacional sin pasar por el rodrigazo. La mega devaluación deja planteado un naftazo, para mantener en vigencia los acuerdos con Chevron y reducir la factura de la importación de energía. Constituye, asimismo, una sacudida para los Tesoros de las provincias, que tomaron deuda con el sistema del ‘dólar-linked’. Al verano nacional y popular le ha caído el rayo del naufragio económico”.

«Los trabajadores necesitan enfrentar este desmadre con una política propia. La prohibición de los despidos; el ajuste de los salarios y jubilaciones por la inflación; el salario mínimo de nueve mil pesos, en conformidad con el costo de la canasta familiar, y una jubilación del 82% móvil; estas reivindicaciones deben ser parte de un plan de salida de conjunto de los trabajadores. La deuda pública, inflada hasta el extremo como consecuencia del pago de la deuda externa con fondos de la Anses y el Banco Central, debe ser debatida por el conjunto de los trabajadores. En definitiva, la inminencia de una nueva crisis de poder y de un nuevo colapso económico, plantea la convocatoria de un congreso de trabajadores, con delegados mandatados por asambleas de sus lugares de trabajo, para impulsar un plan de lucha y un programa económico y político alternativo de la clase obrera”.

Jorge Altamira

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Basta de Inflación – ¡Aumento de Salario!

A fines de diciembre pasado, Marcelo Ramal, legislador de la Ciudad en ejercicio de la banca rotatoria del Frente de Izquierda, exigió que la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, ya en receso, se reuniera para tratar un proyecto de emergencia eléctrica ante la crisis. Esto confluyó con planteos similares de otros legisladores y dio lugar a una convocatoria en el Obelisco, que se convirtió en la única movilización política exigiendo una salida ante la situación reinante.

Por Juan Carlos Giordano

Desde fin de año y comienzos de 2014 millones de trabajadores y otros sectores populares fueron víctimas de una nueva vuelta de tuerca con el ajuste en curso: suba de los alimentos, naftas, peajes, transporte. En capital y provincia de Buenos Aires subió un 66% el boleto de colectivo y trenes, un tarifazo al mejor estilo Macri, que quiere llevar el del subte a $ 4,50.

Pero lo más brutal fue el salto en los precios de los alimentos, provocando que haya 1.250.000 nuevos pobres, llegando a 12 millones el total (30% de la población del país). Ni qué hablar de los medicamentos, donde las remarcaciones son casi diarias.

Se está ante la mayor inflación en décadas. Ya se dice que en enero llegará al 4 o 5%. ¡Una barbaridad! Estamos ante un «modelo» capitalista inflacionario que el gobierno defiende a uñas y dientes. Los grandes formadores de precios y cadenas monopólicas fijan aumentos que el gobierno deja correr. ¿Por qué? Porque la suba de precios le reporta una mayor recaudación con el IVA, el impuesto más impopular que paga el pueblo y uno de los más altos del mundo. También porque con la suba de precios al gobierno le entra más plata vía retenciones a las exportaciones. Y la política de subir el dólar oficial -devaluando el peso-, también fogonea la suba de precios y licúa los salarios. Ni qué hablar del dólar blue a 12 pesos, ya tomado como referencia para fijar las subas de precios.

El verso de los «precios cuidados»

Con el objetivo de posar que «hace algo» y usarlo para frenar los reclamos salariales, el gobierno inventó los famosos precios «cuidados». ¡El gobierno no cuida nada! Todo un verso. Se trata de una lista de solo 100 productos con precios mucho mayores a los que tenían desde hace meses, no obligatorio para los empresarios y encima «fantasmas», porque no están en las góndolas (desabastecimiento). Además, el gobierno primerió con las remarcaciones con la suba de las naftas de la «nacionalizada» YPF. Y si queremos agregar algo más, basta decir que previo a los precios «cuidados», el gobierno le permitió a los empresarios aumentos para que hagan un colchón de ganancias, mostrando que Cristina, Kicillof y Capitanich no tienen nada de nacional y popular y de «combate» a las corporaciones.

¡8.500 de básico para todos!

Se calcula que el aumento de los alimentos producido entre octubre del año pasado y la primera quincena de enero ha reducido en un 20% el poder de compra de salarios y demás ingresos populares. Un verdadero saqueo. ¡Y el gobierno quiere que los aumentos salariales sean del 18 al 20% y que las paritarias se firmen por 18 o 24 meses! Una locura. Cuando los diputados llevaron su sueldo a 50.000 pesos de bolsillo. Esto se suma a que el gobierno no dio ninguna compensación a fin de año y salió al cruce contra los trabajadores que reclamaban un bono navideño.

Esto quiere decir que si no hay una verdadera recomposición salarial que repare el daño provocado, cualquier aumento que se dé no recuperará lo perdido.

Por eso muchos gremios están reclamando una suma fija para recuperar el desfasaje por las paritarias a la baja firmadas en 2013,y desde allí exigir un aumento acorde a la inflación calculada para este año, que se dice rondará el 35%. También algunos están diciendo con razón que los acuerdos deberían firmarse por tres meses y volver a discutir. Porque si los precios suben todos los días y los aumentos de salarios se producen una vez al año, está claro quién termina perdiendo.

Por ejemplo, en 2013, el dólar oficial subió un 32%; la inflación medida por el denominado «Congreso» fue del 28 y los aumentos salariales del 24. ¿Quién perdió? Encima, a esto hay que agregar que los aumentos fueron fraccionados, llevando a que esa suba real sea del 18%. Constatándose
de esta manera una brutal pérdida del poder adquisitivo.

En ese sentido, los trabajadores aceiteros reclaman 9.797 de inicial para el primero de enero (para recuperar lo perdido) y un aumento que va del 29 al 35%. El mismo mecanismo se debería adoptar para el conjunto del movimiento obrero.

El reclamo debe partir de un aumento de emergencia que cubra la canasta familiar. Por un básico de 8.500 pesos para todos los trabajadores. Que nadie cobre menos que eso. Y de allí pedir el aumento para 2014. El dirigente ferroviario Rubén «Pollo» Sobrero reclama el 40%. Además, hay que reclamar una cláusula gatillo, es decir, que se recomponga el salario en virtud del aumento real del costo de vida en forma periódica.Y que se reabran las paritarias en todos los gremios sin techos salariales.

También hay que terminar con las jubilaciones de pobreza y restituir el 82% móvil. Y subir un 100% la Asignación por Hijo (que quedó como un certificado de pobreza) y de todos los planes sociales. Sabiendo que plata hay. Todo debe salir de las grandes ganancias patronales, la suspensión de los pagos de la deuda externa y un impuesto a banqueros, multinacionales y terratenientes.

Paro nacional y plan de lucha

Ante ello, los dirigentes sindicales acompañan la política inflacionaria de las patronales y el gobierno. No mueven un dedo por ningún reclamo. Son funcionales a este modelo de década ganada para los grandes empresarios.

De Caló y Yasky, ni hablar. Actúan como funcionarios del gobierno. Transpiran la camiseta en los despachos oficiales pero no hacen nada por los trabajadores. Y Moyano-ahora de la mano de Barrionuevo- se niega a tomar alguna medida de acción. Después del paro del 20N de 2012 (el primer paro general contra el gobierno kirchnerista) Moyano no le dio ninguna continuidad. Ni siquiera fue a la marcha convocada por la CTA Micheli a fin de año por justos reclamos, entre ellos, el cese del robo del impuesto al salario (Ganancias).

Mientras apoyamos y coordinamos las luchas en curso impulsando asambleas y plenarios de delegados por un aumento salarial de emergencia, tenemos que exigir que la CGT Moyano rompa la tregua y junto a la CTA Micheli retomen el camino de lucha. Por un nuevo paro nacional y plan de lucha para hacer efectivos los reclamos pendientes.

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Devaluación, saqueo y ajuste

TIEMPOS DE UNIDAD, LUCHA E INICIATIVA POLÍTICA

La devaluación del peso perjudica la calidad de vida de los sectores populares, sobre todo la de quienes percibimos un ingreso fijo: trabajadores, jubilados y las cientos de miles de familias marginadas del modelo productivo. Ni el tardío reconocimiento de la existencia de más de un millón de jóvenes que no estudian ni trabajan con el Plan «Progresar”, ni los «Precios Cuidados” serán suficientes para contrarrestar esto, por eso es necesario organizarse con amplitud y unidad para luchar.

El gobierno busca con esta devaluación frenar la creciente pérdida de reservas del Banco Central, que no ha podido ser revertida con el control de cambios intentado hasta ahora. A partir de la pérdida de los llamados «superávit gemelos”, es decir, desde que el Estado comenzó a gastar más de lo que recauda y el país a sacar más dólares de los que trae, las reservas del Central vienen siendo utilizadas para la financiación de gasto público y el control cambiario.

Pero las reservas del Banco Central también, y principalmente, se vienen utilizando para pagar deuda externa, y de eso ni el gobierno ni la oposición de derecha nos dicen nada. De hecho la principal motivación del gobierno para frenar la pérdida de reservas es que las quiere seguir utilizando para pagar deuda externa, para luego… volver a endeudar al país en el mercado internacional.

¿QUÉ HACE EL GOBIERNO?

 Ajusta para combatir el déficit fiscal

Con la devaluación el gobierno ajusta el gasto público, ya que todos los subsidios, las asignaciones y los salarios que paga perdieron en dos días un 33% de su valor dólar, y un 60% durante los últimos 12 meses. Un clásico ajuste con devaluación.

El ministro de economía, Axel Kicillof, asegura que ésta devaluación no afectará nuestra calidad de vida porque nuestros precios no están en dólares si no en pesos, y que por lo tanto esta devaluación no debería ser considerada a la hora de luchar por los aumentos salariales de este año. Sin embargo esa afirmación resulta poco creíble, porque nuestra economía continúa muy dolarizada. Para poner un ejemplo basta recordar que el gas que compra el Estado para generar electricidad, tiene su precio en dólares. Eso quiere decir que, con la devaluación, la energía sufre un fuerte aumento en su precio en pesos. A menos que el Estado asuma un mayor gasto de dólares en subsidios energéticos, lo que parece difícil teniendo en cuenta que el gobierno busca reducir el gasto público, ¿quién terminará pagando ese aumento? Esto sin contar el aumento de precios que intentarán realizar todos los sectores que tienen insumos importados y los oportunistas de siempre. A menos que nos organicemos para luchar, los pesos nos los harán poner a nosotros, como siempre.

 Cede a las presiones del complejo agroexportador para equilibrar la balanza de pagos

La devaluación del peso hace más rentable la exportación y más cara la importación, lo que tiende a hacer que entren más dólares y salgan menos. Esa es la «salida” clásica que buscan los gobiernos capitalistas a las crisis externa, una «salida” que éste gobierno hace años venía diciendo que no iba a adoptar.

A esto se suma también el hecho de que muchas cosechas están «escondidas” en silos, a la espera de que suba el precio del dólar. El acopio de granos es una medida de presión al gobierno, porque mientras se frena la exportación y el ingreso de dólares al país, se profundiza la pérdida de reservas. Con esta devaluación el gobierno cede ante la presión del complejo agroexportador y ganan las Cargill, Bunge, Dreyfus, Nydera, Minera Alumbrera y todo el complejo trasnacional dedicado a la exportación de forrajes, minerales, hidrocarburos y pesca, quienes facturan miles de millones llevándose nuestros bienes naturales, deteriorando nuestro suelo y contaminando nuestra agua.

¿QUÉ PROPONEMOS?

 ¿Es posible evitar que ésta crisis de reservas y de «déficit gemelos” la paguemos los sectores populares? Si. Para ello lo primero que tenemos que hacer es suspender el pago serial de deuda externa, al tiempo que iniciamos una exhaustiva auditoría de la misma. Hay jurisprudencia nacional como el fallo del Juez Ballesteros y experiencia internacional como la de Ecuador que nos demuestran que esto, lejos de ser una locura, es el accionar lógico y cuerdo que debe realizar cualquier país que se pretenda soberano.

 Luego, para combatir el déficit fiscal sin realizar un ajuste que golpee a los sectores populares, es necesario avanzar en una reforma tributaria progresiva, que cobre más a quienes más tienen, comenzando por la renta financiera que sigue beneficiada por las leyes de Martínez de Hoz. También es importante generar una reestructuración de los subsidios para que estén destinados a quienes más los necesitan y a la producción de bienes para consumo nacional. No podemos seguir subsidiando la ganancia corrupta de la Patria Contratista de los Cirigliano, los Roggio y compañía.

 Al mismo tiempo, para no seguir accediendo a las presiones de las corporaciones y poder definir soberanamente nuestro modelo de producción y consumo, resulta necesario nacionalizar con control público el comercio exterior y la banca. Debemos recuperar los resortes económicos de la Nación y ponerlos al servicio del Bien Común. Si no, el mercado internacional y las corporaciones trasnacionales seguirán imponiendo la «libre» acumulación y transnacionalización de nuestros bienes comunes, la precarización de nuestras sociedades y la destrucción de la vida y el territorio.

 Por último, como medidas de urgencia para sostener el valor real de nuestro ingreso, es importante que nos organicemos y luchemos por una ley de emergencia que prohíba despidos y suspensiones, para exigir un salario mínimo igual a la canasta familiar real, paritarias libres de verdad, sin acuerdos de la burocracia a espaldas de las reales necesidades de los/las trabajadores/as, 82% móvil para los jubilados y actualización de las asignaciones familiares y sociales.

Es momento de ponerse de pie y luchar, porque la dignidad se conquista, nunca se regala.

Corriente Unidad Sur



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