29/12/2017

«Lo comunicacional construye sentido e intenta explicar la realidad, hay una tensión entre lo que sucede y lo que los medios construyen como mensaje»

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Dialogamos con Marco Teruggi, sociólogo y periodista argentino quien actualmente reside en Venezuela, sobre la situación del gobierno de Nicolás Maduro y en especial sobre el tratamiento que los medios de comunicación nacional e internacionales hacen sobre el conflicto económico y social por el cual atraviesa el país caribeño. Por ANRed


ANRed: Hace unos días Clarín publicó una nota refiriéndose a la mujer maravilla, una modelo que combate al gobierno de Maduro desde las barricadas construidas por la oposición en Caracas.

Marco Teruggi: Este año hemos tenido varias lecciones de cómo funcionan los medios de comunicación en Venezuela, donde evidentemente se maneja con hipocresía una doble vara. Lo que hemos vivido entre los meses de abril y al finalizar julio fue un intento de golpe de estado con dos caras. Una era la escena insurreccional que los medios mostraban y otra la escena del brazo paramilitar qué se desplegaba por el país. A nivel comunicacional había una legitimación absoluta de esa violencia, difícil de entenderla sin todo el trabajo de los grandes medios.
Venezuela enfrentó una avanzada de grupos armados paramilitares, que junto a delincuentes financiados y grupos pagados para confrontar y asesinar, se complementaba con un trabajo mediático qué le daba aire de legitimidad a esa escalada violenta.

Hubo una aplanadora de los medios de comunicación tanto venezolanos como internacionales, que en el intento de legitimar esa violencia cometieron el error de no saber medir los límites. Es decir, mientras ellos mostraban una violencia justa, la sociedad se daba cuenta que era una violencia impuesta, clasista y antichavista. Mientras la sociedad se alejaba de la violencia los medios continúan legitimándola.
Entonces tuvimos personajes como La Mujer Maravilla que, no casualmente, era la parte visible de esta violencia. Había toda una preparación escénica para que los medios de comunicación tuvieran material e imágenes de sobra.

Tanto era el control logrado en las manifestaciones, que los periodistas opositores no podíamos acceder. Y si lo intentábamos corríamos el riesgo de ser golpeados, linchados o directamente asesinados, eso les permitía a ellos controlar la producción y la distribución del mensaje.

Estos mismos medios que nos muestran a La Mujer Maravilla, son los mismos medios que ante una protesta justa del pueblo argentino, criminalizan la protesta y van contra la violencia que atenta contra el orden, el gobierno y la república. Son las dos caras que tienen estos medios. Por un lado, legitiman la violencia que nos dejó 140 muertos en nuestro país, mientras que en Argentina repudian la violencia contra un gobierno que reprime abiertamente a los manifestantes y se presenta como víctima.

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A: Volviendo a la puesta en escena y las barricadas, ¿se daban en los barrios populares o en el centro de la ciudades?

M.T: Había varios niveles de violencia ensamblados en una especie de rompecabezas. En el nivel de lo público, estaban las grandes movilizaciones situadas en el este la ciudad de Caracas que vendría a ser como el norte de la ciudad de Buenos Aires, siempre entre las 10 de la mañana y las 3 de la tarde. Era muy evidente que la base social que impulsaba estas manifestaciones era de clase alta y media alta, el territorio donde históricamente ha hecho vida el antichavismo.

Pero había otro nivel de violencia que empezaba cuando terminaba esta movilización y se extendía hasta la madrugada. Grupos infiltrados intentaban entrar en los barrios populares, no era que la gente se sumaba la protesta, sino que estos grupos confrontaban directamente con la policía y atacaban de esta manera territorios chavistas. Desde los medios se presentaba como estallidos populares. Entonces uno entraba en las redes sociales y se encontraba con que, según la tendencia en twitter, había un estallido en tal barrio popular. Cuando uno iba a ese lugar para averiguar lo que estaba pasando se encontraba con estos grupos.

Este procedimiento no sólo pasó en los barrios populares de Caracas, sino en todo el país. Durante los cuatro meses de intento de golpe insurreccional recorrieron alrededor de 12 o 13 ciudades. Siempre con el mismo esquema, aproximadamente 3 o 4 días, grupos armado de gente motorizada con capuchas y armas visibles, durante los toques de queda, hacían destrozos en los supermercados, impedían a los transportistas circular y que los negocios abrieran. Perseguían a los chavistas con nombre y apellido, desplazando la violencia por todo el país.

Eso era lo que se ocultaba desde los grandes medios, el trasfondo de La mujer maravilla.

A: En el plano internacional se veía otro tipo de comunicación. ¿Qué evaluación hacés acerca de la comunicación en torno a lo que pasó en Venezuela?

M.T: Los grandes medios hegemónicos operan una inversión de la realidad. Presentan un gobierno aislado y que no tiene apoyo popular. Un gobierno que enfrentaba un reclamo masivo y popular de un pueblo que había dicho basta al régimen chavista. El gobierno era autoritario, los manifestantes eran pacíficos y expresaban un reclamo genuino de la sociedad. Ese era el relato construido.
Esta realidad se empieza a dar vuelta a partir de las elecciones. El chavismo logra una asamblea nacional Constituyente con 8 millones de votos. El gobierno tan mentadamente antipopular y sin respaldo demostró tener todo este apoyo electoral. Cuando el 15 de octubre logró 19 gobernaciones, el discurso se cayó un poco más y cuándo el 10 de diciembre se quedó con 318 alcaldías de 335, el discurso de que era un gobierno sin respaldo popular decae aunque los medios lo seguirán sosteniendo.

Otro trabajo consistía en lavarle la cara a una violencia, que tenía un nivel público y otro mucho más preocupante que operaba como un brazo paramilitar. Este trabajo es producto de años de infiltración en Venezuela de paramilitarismo colombiano, que se ha enraizado, que ha ocupado algunos espacios en la zona fronteriza que lo pusieron a actuar y que asaltaba cuarteles militares y estaciones de policía, que atacaba con armas de fuego a los cuerpos de seguridad del estado.

Esto no era una manifestación, era realmente una confrontación armada por estos sectores. Sí sé rastrea, detrás del paramilitarismo se encuentra al gobierno colombiano, en particular el sector de Uribe, y detrás de él los estados unidos.

Es decir, detrás del asedio a un pueblo con un asalto en un cuartel militar, se encontraba el gobierno norteamericano. Esto es lo que se estaba escondiendo detrás de una presentación épica de un intento de golpe de estado.

Creo que esta es una novedad interesante porque tiene que ver con cómo se puede plantear hoy un intento de golpe de estado con un apoyo muy fuerte de medios de comunicación. Sin comunicación no había violencia, creo que fue igual de importante la estrategia callejera como la estrategia comunicacional.

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A: Lo comunicacional tiene un peso enorme a la hora de sostener políticas.

M.T: Lo comunicacional construye sentido e intenta explicar la realidad. La cuestión es que hay una tensión entre lo que sucede y lo que los medios intentan construir como mensaje. Esa relación se puede tensar y tensar, pero llega un momento en que no se sostiene.

Por ejemplo, la idea de violencia legítima sostenida en algunos sectores de Venezuela, llega a un nivel insostenible cuando prendieron fuego más de 30 personas en la calle, depósitos de alimento o linchaban a gente en un centro comercial por sospecharla chavista. En un momento, entre la violencia «legítima” de un pueblo hambreado y la realidad que se iba desarrollando, había una distancia demasiado grande. Esto fue un error del antichavismo a la hora de plantear el conflicto, porque se aislaron pensando que lo que sucedía en las redes sociales y en sus medios de comunicación era lo que pasaba en realidad. Mientras en los medios decían que iban creciendo, en la sociedad la derecha se va quedando aislada.

Yo creo que hay una distancia que tiene un límite, esa sería la lección en Venezuela. Los medios no pueden vender eternamente que prender fuego a la gente es un acto de infiltrados chavistas que quieren desvirtuar una movilización de la oposición.
A pesar de estas contradicciones y tensiones generadas desde los propios medios, efectivamente se logró conducir un conflicto y construir sentido.

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A: La situación económica de Venezuela es complicada, aunque a partir de las victorias electorales se dio un renacimiento del chavismo que produjo un retroceso de la derecha. ¿Cómo describirías esta coyuntura?

M.T: Hay que ver el conflicto en Venezuela de manera integral. Este año hemos tenido desde el mes de abril hasta la fecha, todas las dimensiones del conflicto condensadas. No se puede separar el ejercicio de la violencia callejera con la violencia económica que estamos viviendo ahora, todo es parte de un entramado que tiene como objetivo desgastar a la población y al chavismo, y así conducir al país a una situación de asfixia.

Contrariamente a lo que venía sucediendo, este año el enemigo más honesto fueron los Estados Unidos. La oposición venezolana nunca se va a hacer cargo de lo que está pasando y de lo que está haciendo. Nunca va a reconocer que impulsó la violencia, ni el ataque económico que está conduciendo. Estados Unidos sí lo hace. El mismo Donald Trump anunció en una gira latinoamericana que iban a aplicar sanciones económicas contra Venezuela para empujar el país al default. No es un secreto.

Es parte de su estrategia, como fracasó la avanzada insurreccional, vuelve con más fuerza el ataque económico. Todo es parte de un continuo, donde el objetivo es que nunca haya respiro. Sí la avanzada económica no funciona, vuelve nuevamente la violenta con otro formato. La cuestión es que siempre este en permanencia el ataque.

Contrariamente al tema de cómo enfrentar la violencia opositora, dónde el chavismo planteó una estrategia inteligente de aguantar para poder ganar a través de los votos, en lo económico es dónde se ven las mayores dificultades. El golpe se dirige a lugar dónde hay mayor debilidad. En Venezuela hay un modelo muy dependiente del petróleo que se intentó revertir y no se lograron los frutos esperados.

El modelo petrolero, ha sido afectado tanto a nivel externo por las sanciones impuestas los Estados Unidos cómo por la corrupción interna. Esto, sumado a las malas inversiones, produce una economía de baja producción y un endeudamiento alto. La columna vertebral de Venezuela este golpeada.

Sobre eso aprietan los ataques. Su objetivo a nivel internacional es que caigamos en el default. A nivel nacional que suban los precios a nivel hiperinflacionario, mantener el desabastecimiento en las principales áreas, cómo en medicina y productos de higiene. El objetivo es hacer que el cotidiano sea básicamente una batalla y que cualquier acto sencillo, cómo comprar un pañal, tomar un autobús o comprar un kilo de carne se transforme en una gran dificultad.

En la economía local se concentra la presión internacional y nacional de los grandes empresarios que manejan los principales productos alimentarios. Excepto las frutas y verduras, todos los demás productos básicos son un oligopolio.

A esto, el Chavismo debate internamente cómo enfrentar el ataque. El tema de la corrupción es fuerte y la justicia está intentando avanzar sobre eso. Un sector plantea que hay que hacer un acuerdo con el empresariado, dado que no hay condiciones para avanzar o para plantear nacionalizaciones, expropiaciones o recuperación de tierras. Por lo tanto, ante la emergencia económica hay que encontrar un punto de acuerdo sobre todo con el pequeño o mediano empresario. Otros sectores plantean que no, que no hay que perder de vista el avance estratégico en recuperación por parte del estado de zonas económicas, en importación de medicinas, en avanzar en la economía comunal y social, etcétera.

Entonces hay varios debates cruzados en el interior del chavismo, que no es homogéneo ni tiene una sola mirada. Incluso en la dirección hay varias formas de plantear el proyecto histórico.

Todo esto genera un cuadro complejo de corrupción que se está intentando revertir y atacar, que se suma a las miradas heterogéneas sobre cómo resolver la situación. Es complejo porque el principal poder económico, el petróleo, está afectado, y enfrente está el ataque declarado de los Estados Unidos, las grandes empresas petroleras y el sistema financiero para empujar el país a un abismo económico.

A: En estas dos posturas del chavismo, ¿cuál crees podría prosperar como salida político social del régimen?

M.T: Hay varias lecturas sobre los hechos y sobre las intenciones y voluntades políticas. Primero, ante semejante ataque en donde Venezuela se vio acorralada política y económicamente hubo una apuesta a pararse sobre lo más seguro: el partido socialista, las fuerzas armadas y el movimiento popular, como es el frente Francisco de Miranda. Y desde ahí aguantar. Ante todo se trató de garantizar el poder político.

El desarrollo estratégico comunal social con miras a un socialismo queda, entonces, pausado. Esto fue lo que pasó y efectivamente se aguantó. Hay que reconocer que terminar el 2017 con tres victorias electorales es impensado, poca gente se animaba a un pronóstico tan optimista, pensando en cómo estábamos en el mes de mayo y junio.

Este avance se puede ver como un movimiento táctico o como un movimiento estratégico más encubierto, donde el objetivo central se pone de lado porque no hay condiciones y entonces hay que acordar con el empresariado o intentar fomentar algún tipo de empresariado nacional, dejando lo otro para un momento político más estabilizado. También puede pensarse que detrás de esto está el sector del chavismo que cree que la construcción del socialismo no tiene que ver con el tema comunal, autogestivo y un modelo no estatal partidario sino que plantea un modelo socialista de tipo estatal con un partido único y acuerdos con el empresariado.
De todas maneras, creo que sigue siendo un falso dilema porque pienso que se podría hacer un acuerdo con el empresariado, aguantar y sostener el poder político y a la vez desarrollar el modelo comunal social. Habría que ver por voluntad política y por situación económica real. Es cierto que esta última ha sido golpeada fuertemente en estos últimos tiempos, porque la corrupción ha tomado PDVSA y también parte de las importaciones, en un país que depende fuertemente de las importaciones porque no produce lo suficiente. La corrupción está metida, entonces, en los dos pulmones de la economía venezolana.

Hay un nivel de la voluntad y del proyecto histórico planteado por Chávez, y un nivel de la realidad política más concreta, donde el país enfrenta a los Estados Unidos, a los grandes empresarios, a los oligarcas, a la corrupción. Y Venezuela debe aguantar, porque si no aguanta se cae, y si eso sucediera lo más probable es que no la dejen levantarse nunca más.

Esto lo aclaro porque no debe pensarse en un gobierno que se alterna a otro. Yo creo que en Venezuela hace rato que el problema no es ese. No es un gobierno versus otro gobierno, es un proyecto histórico que en caso de perder el poder político, vendría otro como una gran revancha que buscaría no solamente sacar a este gobierno sino formatear a la sociedad. Reformatear a la sociedad venezolana que tiene 18 años de historia, con sus problemas y sus errores pero que sigue estando en un 30% de chavismo hoy en el 2017. Después de cuatro años de semejante ataque, representando un bastión importantísimo. La hipotética situación de una caída del chavismo, reproduciría lo vivido en estos meses pasados multiplicado hasta el punto de avanzar en los centros populares.

Por ejemplo, no se cuenta que en los últimos años hay una gran cantidad de asesinatos a los chavistas de base. Entre ellos, algunos casos más conocidos como diputados o periodistas. Nunca se sabe quién fue, siempre bajo el argumento de robarle el carro o robarle la casa. Si se repasa la cantidad de asesinatos semanales a chavistas territoriales, uno se da cuenta que hay un trabajo debajo de la mesa que evidencia un plan sistemático y subterráneo.

Si el pueblo venezolano pierde, estaremos frente a esto.

El conflicto es muy complejo, hay sectores que proponen que perdamos el gobierno para deshacernos de las contradicciones y regresar conducidos por los sectores más revolucionarios. Personalmente, creo que si se pierde el poder político estaremos frente a una arremetida de tal dimensión que será difícil pensar de manera lineal el retorno al gobierno. Por el contrario, estaremos frente a una persecución abierta del chavismo.

Para finalizar, quisiera hacer una pequeña reflexión sobre lo que ha sido este año. El panorama no es el que uno más desearía. La revolución no es la que uno soñaba en este momento, pero creo que ninguna revolución debe adecuarse a nuestros sueños y tener las variables que uno quiere. La revolución comete errores, tiene contradicciones de clases y de miradas, errores acumulados no solamente de Maduro sino de Chávez también. Se plantea un proyecto histórico que está en disputa, hay sectores que apuntan a la construcción con la que uno está de acuerdo y otros que tienen una mirada más tibia, por así decirlo.

Ese espacio que es la revolución, que aúna tendencias burocráticas, comunales, etcétera, uno puede y debe criticarlo en un ejercicio permanente de debate. Lo que uno nunca puede hacer es apoyar a lo que está enfrente: los Estados Unidos las grandes empresas petroleras, la oligarquía, las derechas latinoamericanas, el entramado del enemigo histórico. Nunca se debe caer de ese lado.

Puede parecer obvio, pero lo digo porque a veces los debates esto o esto y no hay lugares para terceras posiciones. Por ejemplo este año con él tema de la Constituyente, era constituyentes sí o constituyente no. En este momento crucial, se ha visto a varios terminar coincidiendo con la Constituyente no, cuando en ese momento era el punto de quiebre. Si no sucedía eso el conflicto pasaba al terreno que ellos querían: una confrontación civil abierta.

Creo que hay que tener responsabilidad en la crítica, pero apoyar, estar en desacuerdo con lo que uno crea que hay que estar en desacuerdo, pero nunca coincidir el otro. Porque ese otro, insisto, el día (espero que no pase) en que retome el poder político perseguirá hasta el último chavista más allá de que haya sido comunal, reformista, estatista o lo que fuera.

Entonces hay una responsabilidad con la revolución venezolana en particular en este contexto latinoamericano. Hay que estudiarla y debatirla, pero siempre defenderla.
Tal vez Maduro no es Chávez. Pero ha logrado conducir a este fin de año con tres victorias electorales y entrando en un 2018 con una Venezuela que está en relativa paz, y digo relativa porque económicamente está en una situación complicada. Y esto fue una conquista. Podríamos estar bajo el escenario que ellos quisieran, estando hoy en una guerra civil y eso se logró evitar.

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