15/11/2017

Hijos e hijas de genocidas: » No se transmite la maldad o el horror a quien no quiere asumirlos”

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Se lo dijo Víctor Basterra a Pablo Verna, el hijo del genocida Julio Alejandro Verna, que denunció a su papá por su participación en los vuelos de la muerte. El Colectivo Historias Desobedientes presentó en el Congreso de la Nación un proyecto de ley para anular la medida que prohíbe denunciar a familiares directos salvo que el denunciante sea la víctima directa del delito. En el programa Oral y Público de Radio La Retaguardia, conducido por Fernando Tebele y con la participación de Víctor Basterra, habló Pablo Verna. Allí se produjo un diálogo conmovedor entre Verna y Basterra. Luego de las apariciones públicas de la semana pasada, Pablo denunció haber recibido amenazas de su padre. Por La Retaguardia.


Empecemos por el final. Pablo Verna denunció que su padre lo amenazó luego de las entrevistas que dio para denunciarlo. «Mi padre el día sábado, mediante mensajes de Whatsapp, le dijo a mi mamá: ‘Vos, él -refiriéndose a mí-, su esposa y su hija -que tiene 7 años-, son mis enemigos; en cambio yo soy el único enemigo de él’. Yo entiendo claramente esto como una amenaza y quiero decirlo para que se sepa, porque es grave», aseveró durante un programa de la Televisión Pública.

Pablo Verna es integrante del Colectivo Historias Desobedientes, un grupo de hijos, hijas y familiares de genocidas que decidieron romper con lo que ellos llaman el mandato de silencio, la historia de complicidad y encubrimiento que envuelve a todos los que participaron del Terrorismo de Estado. Verna denunció públicamente a su padre, Julio Alejandro Verna, un médico ex Capitán del Ejército Argentino que participó de los vuelos de la muerte que salían desde el Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminió que operó dentro de Campo de Mayo, anestesiando a las víctimas que luego serían arrojadas al río o al mar: «La historia es muy larga. A través de los años y las cosas que se decían en la familia, yo fui teniendo sospechas cada vez más fuertes de su participación y, en algún momento, presunciones cada vez más fuertes. Después, casi la certeza. La confirmación absoluta de su participación fue a medidos del 2013, cuando yo por última vez lo interpelé poniendo sobre la mesa los dichos de mi mamá, que ya me había comentado cuál había sido su participación. Ahí no le quedaron más opciones que admitirme que había participado de esa manera. Era imposible que me lo negara. Él participaba inyectando a las personas que después eran arrojadas vivas al río o al mar, con las anestesias. Lo hacía en Campo de Mayo. A partir de ahí pasaron unos meses y yo hice la denuncia en la Secretaría de Derechos Humanos”, relató Verna con crudeza y tranquilidad en conversación con Fernando Tebele y Víctor Basterra en Radio La Retaguardia.

Los responsables de delitos de lesa humanidad conocidos como los vuelos de la muerte fueron incorporados recién en el tercer tramo de la megacausa ESMA, cuya sentencia será este 29 de noviembre, pero no fue así en Campo de Mayo. Por eso, el testimonio de Verna sobre la participación de su padre toma una relevancia muy grande para poder juzgar estos hechos también en ese centro clandestino, sobre todo por tratarse de un delito en el que es difícil acceder a testimonios, ya que las víctimas no están, y los genocidas no rompen el pacto de silencio. Sin embargo, ahora son sus propios hijos e hijas quienes aportan datos: «En ESMA quedaron muchas pruebas, lo que no ocurrió en Campo de Mayo porque fue un campo de exterminio principalmente donde se exterminaron más de 5 mil personas. Hay pocas pruebas, muchísimas menos que en la ESMA”, aseguró y agregó un dato importantísimo en ese sentido, que su padre no solo adormecía a las víctimas, sino que además «viajaba en los aviones” desde donde arrojaban a los desaparecidos.

Además de la confesión de Verna padre sobre su rol de criminal en los vuelos de la muerte, el ex Capitán relató a otro familiar suyo otros delitos cometidos durante el Terrorismo de Estado: «Después de esa última interpelación que le hice y en la que me admitió su participación, a otro familiar le contó respecto a su participación en el asesinato de 4 personas: Fueron colocadas en un auto, también anestesiadas de la misma manera, y después ese auto fue arrojado a un río o a un arroyo. Simularon un día de pesca. En el auto habían colocado cañas de pescar. En ese simulacro de accidente, el auto cayó al agua y esas personas, al estar paralizadas, se ahogaron, porque seguían respirando”, explicó Pablo Verna. Ese múltiple homicidio que se mostró como un accidente automovilístico causó la muerte de Alfredo Berliner, Susana Solimano, Julio Suárez y Diana Schatz, que fueron arrojados a un arroyo de Escobar con el mismo procedimiento de un vuelo de la muerte, pero esta vez a bordo de un Peugeot 504 rojo, que fue hallado el 27 de noviembre de 1979. El grupo era parte de la Contraofensiva de Montoneros.

Pablo no pudo mencionar otros nombres de genocidas que hayan participado con Verna en aquellos u otros delitos de lesa humanidad, porque su padre cuidaba que su familia no se enterara de sus reuniones con otros represores, pero sí identificó a Norberto Atilio Bianco, Mayor del Ejército y médico castrense del hospital militar de Campo de Mayo, quien fue uno de los responsables del secuestro de bebés durante la dictadura: «Eventualmente, alguna relación amistosa que tenía. No se hablaba de eso ni nada. Tampoco en la familia estábamos reducidos a vínculos exclusivamente de militares. El superior directo de aquellos años era Norberto Atilio Bianco. Era un jefe de mi papá. Está condenado. Se había apropiado dos personas, que por suerte recuperaron su identidad”, expresó. Bianco quedó libre en mayo de este año por la aplicación del 2×1.

Colectivo Historias Desobedientes

«La primera vez que yo me sumé fue en una reunión grande que se organizó. El colectivo ya estaba marchando. Paradójicamente, la primera reunión fue en un día del padre. Es muy sanador y muy gratificante. Entre todos sentimos algo muy en común. Este mandato de silencio, no pacto, que nos ha sido impuesto en nuestras familias de origen y que fue impuesto de forma implícita o explícita. De alguna manera, nosotros venimos a romperlo. Una vez que lo podemos trascender, encontramos que ese mismo mandato de silencio ahora está en la legislación”, manifestó Verna y explicó en qué consistió el proyecto de ley que presentaron en el Congreso para poder denunciar penalmente a sus familiares: «Por eso que el martes pasado -7 de noviembre-, presentamos en mesa de entrada del Congreso, en Cámara de Diputados, el proyecto de ley para que se modifiquen dos artículos del Código Procesal Penal, el 178 y el 242. Uno prohíbe la denuncia a los familiares, salvo que la víctima del delito haya sido el propio denunciante u otro familiar de igual grado más próximo. La misma prohibición corre para el caso del testigo o quién va a declarar en juicio, con la misma excepción. Nosotros lo que estamos pidiendo con este proyecto es que esas prohibiciones no corran para casos de crímenes de lesa humanidad. Entendemos que es obligatorio por la jerarquía constitucional que tienen los tratados internacionales y la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos al respecto, que impone la obligación a los Estados parte de investigar, juzgar y sancionar los crímenes contra la humanidad. En ese sentido, estas prohibiciones terminan siendo un incumplimiento con esta obligación internacional en tanto que restringen, nulifican o prohíben medios o fuentes de pruebas. No es que tenemos las pruebas definitorias del resultado de los juicios, para nada. Quizás en mi caso sí, pero no todos los integrantes del Colectivo estamos en esta situación. A veces, hay pruebas de contexto o algún elemento proveniente de lo que se robaban de las víctimas, concretamente, que puedan llegar potencialmente a completar alguna reconstrucción de los hechos, que es lo que se busca en los juicios” informó Verna, reconociendo la importancia específica de su caso en particular, pero también toda la información que puede aportar el resto de los integrantes del Colectivo sobre la participación de los genocidas en los crímenes de lesa humanidad durante el Terrorismo de Estado.

Verna pidió apoyo para que este proyecto pueda convertirse en ley y reconoció la inmensa e interminable lucha de los organismos de derechos humanos por mantener viva la memoria de los desaparecidos, buscar la verdad y exigir justicia: «El avasallamiento que apareció con el 2×1, yo le digo el happy hour del horror de la Corte Suprema, generó una movilización impresionante de todo el pueblo imponiéndose para que no se avasalle todo el avance que hubo en materia de derechos humanos, que fue política de Estado por parte de los cuatro poderes del Estado, si incluimos como debe ser al Ministerio Público Fiscal, que ahora también se lo está avasallando. Esas políticas de Estado fueron la canalización de una lucha de más de 40 años de Madres, Abuelas y de todos los organismos de derechos humanos. Ese avasallamiento fue uno de los motivos que hicieron que ese Colectivo nuestro se formara. En ese sentido, el momento adverso en materia de derechos humanos no deja de ser un momento adecuado para que nosotros nos expresemos y exijamos que estas normas sean modificadas. El proyecto de ley lo pueden ver completo con todos los fundamentos en nuestra página www.historiasdesobedientes.com. Esperamos que pueda tener el impulso de los legisladores, a los que les pedimos que lo levanten para que este proyecto pueda llegar a ser una ley”, solicitó.

Diálogo con un sobreviviente

Durante el programa Oral y Público se produjo un momento muy emocionante. Fue cuando entró en escena Víctor Basterra, sobreviviente y testigo esencial en la megacausa ESMA, que había escuchado atentamente cada palabra de Pablo Verna. Basterra reconoció la actitud del joven que quiso cambiar la historia de silencio de su familia, algo que para Verna fue «un camino muy largo, de muchos años, y plagado de contradicciones”.

 Víctor Basterra: De alguna forma es gratificante esta situación que están viviendo, valga la contradicción que provoca. Empieza a establecerse una especie de oscurantismo con el tema de la lucha por los derechos humanos. Me parece notable que se dé una situación de esta naturaleza. En algún momento, hace 4 o 5 años, una joven hija de un represor que yo había denunciado y está siendo juzgado en estos momentos, vino a encontrarse conmigo. Ella se había cambiado el apellido. Tuvimos un dialogo muy franco. Yo siempre dije que esta herencia es única. No se transmite la maldad o el horror a quien no quiere asumirlos y ustedes son el ejemplo más claro. Ese rechazo a una historia oscura, sangrienta y dolorosa para nuestra patria. Ustedes detestan formar parte de esta historia y me parece maravilloso que se exprese en un Colectivo que se llame Historias Desobedientes. Yo saludo y aplaudo lo que ustedes están haciendo.

 Pablo Verna: No te puedo expresar lo importante que es recibir esas palabras de aliento tuyas y de muchas personas que se están comunicando. Especialmente, estar hablando con vos y que nos digas eso públicamente es gratificante y muy alentador para seguir adelante con los proyectos que tenemos. Hay que pararse frente a la sociedad y sostener esto que estamos haciendo. No es fácil, lleva mucha energía. Es muy importante recibir tus palabras.

 VB: Es lo menos que se puede hacer. Es la aspiración de la trasmisión de la memoria que uno se ha puesto como meta en su vida. Este es un espaldarazo a esa posición que siempre mantuvimos los sobrevivientes. Yo saludo, te abrazo y los abrazo a todos los compañeros.

PV: Te agradezco muchísimo y te mando, en nombre de todos los compañeros y compañeras que integran el Colectivo, un abrazo grande también.

Ese diálogo, corto pero impactante, abre simbólicamente una nueva etapa. Los hijos e hijas de genocidas no solo rompen con sus padres asesinos, sino que se colocan en la vereda de los organismos de derechos humanos. En un momento más que especial, con el gobierno nacional intentado quebrar el prestigio internacional que el movimiento ha conseguido con tanto esfuerzo. En ese contexto, la voz de estos muchachos y muchachas es una brisa de aire fresco en medio de un infierno del que ellos y ellas también han sido víctimas.



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