14/11/2017

Emotivo último adiós a Nilda Eloy

3_despedida_a_nilda._foto_gabriela_b._hernandez.jpgNilda Eloy, sobreviviente del terrorismo de Estado y militante inclaudicable en la defensa de los derechos humanos, fue despedida por familiares y cientos de compañeros de lucha. Falleció este domingo en La Plata, su ciudad natal. Por Liliana Giambelluca para ANRed. Fotos: Gabriela B. Hernández.


Nilda Ema Eloy, una de las máximas referentes de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos (AEDD), falleció este domingo, a los 60 años de edad, a causa de una enfermedad terminal. Sufrió aberrantes torturas físicas y psíquicas durante su cautiverio en seis centros clandestinos de detención y tortura durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983).

A dieciséis años de instaurada la democracia, su testimonio en el Juicio por la Verdad ante la Cámara Federal de La Plata fue clave para conocer el plan sistemático de exterminio que implementó el terrorismo de Estado. En 2006, querellante junto a Jorge Julio López ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, logró la condena por crímenes de lesa humanidad de su secuestrador, Miguel Osvaldo Etchecolatz, exdirector general de Investigaciones de la Policía Bonaerense.

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«Adiós a una luchadora inigualable”

Nilda Eloy fue despedida en la sede de ATE Provincia, de la ciudad La Plata, por familiares y cientos de compañeros de lucha de organismos defensores de los derechos humanos, de organizaciones sociales, gremiales, estudiantiles, hijos y familiares de ex detenidos-desaparecidos y partidos de izquierda.

El salón estuvo plagado de fotos que recordaban a la compañera militante. En un emotivo acto la recordaron su hija Nuria, integrantes de la AEDD, de HIJOS La Plata, HIJOS La Matanza y Nora de Cortiñas (Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora), entre tantos otros. Destacaron su valentía, su lucha por las causas populares de ayer y de hoy, su firmeza en sus posturas ideológicas, su sonrisa y su humor ácido e inteligente.

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Isabel habló en representación de HIJOS La Plata. «Adiós a una luchadora inigualable” inició el mensaje de despedida. «Nilda fue para muchos de los militantes platenses de la generación de los HIJOS una referencia ineludible en los momentos difíciles. («¦) Cuando había que resolver una cuestión compleja, cuando había que tomar una posición ante temas complicados, allí estaba la consulta a la compañera”, resaltó.

«Nos queda la imagen de la presencia impecable de Nilda en todas y cada una de las luchas en La Plata y la región -continuó-. Nos queda también el espacio Justicia Ya, que con gran esfuerzo construyeron Nilda y la AEDD para trabajar los juicios a los genocidas desde una posición combativa”.

Con la conciencia y el dolor por la trágica historia que los atravesó, Isabel concluyó que HIJOS «reafirma el compromiso de seguir luchando por juicio y castigo a todos los genocidas por todos los compañeros”.

Nora de Cortiñas, entre otros conceptos, manifestó: «Escucho a los jóvenes que dicen que aprendieron de Nilda, y quiero decirles que estos años las Madres también aprendimos de nuestros queridos exdetenidos”, quienes día a día «iluminan nuestro camino”. Y finalizó con la consigna que levanta todos los jueves en Plaza de Mayo y en cada acto donde le piden la palabra: «30 mil detenidos-desaparecidos ¡Presentes! ¡Ahora y siempre! Hasta la victoria siempre. ¡Venceremos!”.

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No olvidar, no perdonar y no tolerar genocidas en la calle

«Me espanta el mensaje a los represores, y también me espanta y me duele la certeza de que este gobierno plantea la represión como política de Estado”, fue el último testimonio que Nilda Eloy le concedió a esta cronista.

Fue el 10 de mayo de este año, durante la movilización a Plaza de Mayo convocada por el Encuentro Memoria Verdad y Justicia (EMVyJ) en repudio al fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que otorgó el beneficio del 2 x 1 (de la derogada Ley 24.390) al genocida Luis Muiña, condenado en 2013 por delitos de lesa humanidad.

«Hoy decimos claramente que este pueblo no olvida, no perdona y no tolera genocidas en la calle -continuó Nilda- No queremos más impunidad para los de ayer, para los de hoy y los de mañana. Hace seis años que vemos más de un cincuenta por ciento de genocidas condenados con domiciliarias, que es lo mismo que decir en libertad”.

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Sobreviviente del infierno

Entre 1976 y 1978, Nilda Eloy sufrió terribles tormentos a manos de represores durante su paso por seis centros clandestinos de detención, tortura y exterminio (CCD) del denominado «Circuito Camps”. Tenía 19 años de edad, era instrumentadora quirúrgica y estudiaba medicina en la ciudad de La Plata cuando fue secuestrada en la medianoche del 1° de octubre de 1976 por un grupo de tareas conformado por más de 25 hombres al mando de Miguel Osvaldo Etchecolatz, entonces director general de Investigaciones de la Policía Bonaerense.

Los represores fueron a buscar a un ex novio, como no lo encontraron se la llevaron a ella de la casa de sus padres. Tabicada, los genocidas la condujeron al CCD La Cacha y a los pocos días al Pozo de Quilmes. En el trayecto del traslado sufrió un simulacro de fusilamiento junto a otros detenidos.

Luego la trasladaron al Pozo de Arana, a El Vesubio y el 1° de noviembre a la Brigada de Investigaciones de Lanús. Durante su testimonio ante la justicia contó que ese último sitio era denominado por los represores «el infierno”, porque ellos les decían a los secuestrados «Ustedes están en el infierno. De aquí no se sale”. Dijo, asimismo, que «Los tipos de tortura, vejámenes que padecí en aquel centro, son algo de lo cual no puedo aún comentar en su totalidad”.

Con 29 kilos de los 49 que pesaba, el 31 de diciembre de 1976 la trasladan a la Comisaría 3ra de Lanús con asiento en Valentín Alsina. El 22 de agosto de 1977 la llevan al penal de Villa Devoto, aunque sin causa alguna, su condición de detenida se «legaliza” y pasa a disposición del Poder Ejecutivo. A principio de 1979, desde Coordinación Federal recupera su libertad en horas de la madrugada.

Días antes de su liberación, su madre fue citada por el Coronel Omar Riveros a concurrir al Ministerio del Interior, en Capital Federal. El hombre, con una ficha de Nilda en sus manos, le dijo: «En una guerra siempre se cometen errores”.

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El represor legitimado por la TV

En los 90, Nilda Eloy miraba televisión y se reencontró con un rostro y una voz para ella inconfundible y aberrante a la vez. «Me quedé paralizada cuando vi esa cara -contó-. Ahí supe su nombre, era Etchecolatz”.

Fue en esa década cuando la tele no sólo mediatizaba el acontecimiento político, sino que además lo producía con una nueva perspectiva: la espectacularización de la noticia con la lógica del entretenimiento, el impacto emotivo y una puesta en escena. Miguel Etchecolatz se hizo un «hombre público” por entonces, sobre todo cuando en agosto de 1997 el abogado y periodista Mariano Grondona lo invitó a Hora Clave, programa que se emitía por canal 9, con el fin de que «debatiera” con su víctima, el maestro Alfredo Bravo, secuestrado en 1977 por un grupo de tareas y liberado en 1979.

La discusión fue intensa y Etchecolatz, no conforme con gritar y humillar a Bravo, se acercó con intención de golpearlo. Grondona, hombre de derecha que apoyó el terrorismo de Estado, «evitó” que se tomaran a golpes de puño: el alto impacto emocional a los televidentes ya estaba logrado. Finalizado el programa, gran parte de la sociedad repudió la aberrante construcción de la «estrategia” comunicacional, acorde al nuevo lenguaje televisivo.

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El doloroso camino hacia la verdad y la justicia

Con el conocimiento del nombre y apellido de su secuestrador, Nilda Eloy inició un doloroso camino de denuncia sobre su desaparición forzada y brindó testimonios acerca de sus compañeros de cautiverio.

En 1998 se vinculó con la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos (AEDD) y pasó a ser una de sus máximas referentes. Nilda no tenía militancia previa a su secuestro y decía que el confinamiento la hizo militante por la defensa de los derechos humanos, contra las injusticias y las desigualdades sociales.

El 29 de septiembre de 1999 declaró en el Juicio por la Verdad que llevó adelante la Cámara Federal de La Plata. Junto a Jorge Julio López se presentó como querellante contra Miguel Osvaldo Etchecolatz, causa en la que en 2006 el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata lo condenó a reclusión perpetua por delitos de lesa humanidad «en el marco del genocidio cometido en la Argentina entre los años 1976 y 1983” y por los secuestros y tormentos a Nilda Ema Eloy y a Jorge Julio López.

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