24/09/2017

Conservadores y socialdemócratas cosechan sus peores resultados en un Bundestag con presencia ultra

urna_ok.jpgUn partido con tendencias ultras entra en el parlamento alemán por primera vez desde los años 30. La Alternativa por Alemania (AfD) será el tercer partido con representación parlamentaria. El resultado confirma el afianzamiento del ultranacionalismo en Europa. Por Carmela Negrete | El Salto.


Hoy es un día oscuro y negro para la democracia en Europa. Mas del 13% de los votos de los alemanes han ido a parar al partido que en palabras de su presidente en Turingia ve el monumento al holocausto en Berlín como una «vergüenza”. Y ello no por su responsabilidad en la matanza de millones de personas y en la provocación de una gran guerra por toda Europa, sino por «ser el único pueblo del mundo en plantarse en su capital un monumento vergonzoso”. El proceso de desnazificación alemana, que para muchos es considerado como modélico (aunque en realidad tiene muchos agujeros), no ha sido llevado a cabo de forma adecuada para este político y este partido ultra. «Necesitamos una vuelta de 180 grados”, declaraba en ese sentido en enero. Y así comenzaba el año electoral, que terminaba esta noche de la vergüenza… pero de otra vergüenza.

Los cerca de 90 diputados que el partido ultra sentará en el corazón político alemán, los más de 400 trabajadores que tendrán estos representantes a su disposición, la ingente financiación estatal de que harán uso, así como el tiempo de palabra que la AfD va a tener en el Bundestag suponen una vergüenza para el país y una cesura para toda Europa. Este partido, que se opone a la libertad religiosa cuando afirma que «el islam no pertenece a Alemania”, es el partido ganador de la noche, ya que ningún otro partido ha subido 13 puntos.

El otro ganador de la noche es partido liberal FDP, que ha resucitado y consigue de nuevo representación parlamentaria, con un 10%, por delante del partido verde (Die Grüne) con un 9% y de la izquierda de Die Linke que ha obtenido también un 9%. Los liberales salieron del parlamento en las últimas elecciones, después de que tuviese lugar la crisis del euro, los rescates a los grandes bancos, la gran crisis mundial… Por un momento da la impresión de que los votantes alemanes que han regalado su voz a este partido pro-capitalismo quieren olvidar que este sistema se encuentra en sus estertores.

Pero Angela Merkel ha vuelto a ganar las elecciones, titulan muchos medios. En realidad, la canciller no ha hecho más que arrastrarse por los mítines acompañada de abucheos que pueden oírse en casi todas las grabaciones. Y perder sin remedio, cosechando con el 30% para su coalición, la Unión (formada por el Partido Cristianodemócrata CDU y su socio bávaro la Unión Social Cristiana de Baviera, CSU), el peor resultado desde 1949. La explicación de la permanencia de Merkel después de 12 años de gobierno, a pesar de la cada vez mayor erosión del Estado social y del aumento drástico de la pobreza hay que buscarlo en la naturaleza de los alemanes. La supuesta estabilidad y seguridad son valores que los teutones idolatran. La canciller ha hecho campaña prometiendo rebajas de impuestos para los autónomos y empresas. Muchos alemanes tienen la ilusión de que Merkel les ha sabido mantener fuera de la crisis financiera mundial y les proporciona cada ejercicio un bonito superávit en las cuentas estatales.

Sin embargo, el malestar está aumentando entre los alemanes. No solo por la llegada de unos miles de refugiados, sino mas bien por el desmonte del Estado social y el empeoramiento de las condiciones de vida. De ello ha sacado partido el ultra AfD. Poco después de conocerse los primeros sondeos, el candidato de este partido xenófobo y ultranacionalista, Alexander Gauland, le dirigía unas palabras amenazantes a la canciller: «La vamos a cazar. Vamos a recuperar nuestro pueblo”, todo ello en el podio de la fiesta del partido, mientras a su izquierda sonreía la nieta del ministro de finanzas de Hitler, Beatrix von Storch, portavoz en Berlín y ex-europarlamentaria de la formación. La sección bávara de la Federación alemana de sindicatos, la DGB, respondía a Gauland en Facebook: «Â¡No! ¡En este país ningún fascista cazará jamás de nuevo a nadie! ¡Nosotros nos ocuparemos de que así sea!”.

No fueron los únicos en protestar. En la calle, en la Plaza de Alexander, frente a la fiesta de la AfD, cientos de personas se congregaban a las siete de la tarde de forma espontánea para protestar por los resultados y por la entrada del partido en el parlemanto con pancartas: «No en nuestro nombre” o «xenofobia no es ninguna alternativa” llevaban escrito. Mientras, dentro, la candidata Alice Weidel aseguraba dentro de la fiesta que su partido va a iniciar una investigación parlamentaria contra Merkel. Se entiende que por la crisis de los refugiados. Weidel, que es homosexual y tiene una mujer que es su pareja, es un buen ejemplo de la nueva cara sibilina de la ultraderecha alemana, en cuyas listas había asimismo candidatos de color y extranjeros.

Esto es lo que han votado los alemanes y es una traducción a la política institucional de la evolución que desde hace tiempo estamos viendo en la calle: aumento de los ataques de la extrema derecha, relativización de la historia reciente alemana, grandes manifestaciones de neonazis recorriendo el centro de Berlín con toda tranquilidad y con poca oposición ciudadana. En las siguientes elecciones regionales, que tendrán lugar en 2018, los resultados pueden ser aún mas escalofriantes.

La gran coalición podría pasar a la historia

Las opciones de gobierno que se presentan serían una gran coalición de nuevo, pero el partido socialdemócrata SPD dice ahora que no va a gobernar con la Unión como hasta ahora. Teniendo en cuenta que este partido se ha caracterizado en la historia por decir cosas y hacer lo contrario, la puerta en realidad seguiría abierta. El resultado cosechado, el 21%, ha sido el peor desde la segunda gran guerra y el candidato que han mandado a luchar como cara visible, el ex-presidente del Parlamento Europeo Martin Schulz, no podría haber sido peor escogido. En el inconsciente los votantes le asocian con Europa y como se ha demostrado en estas elecciones, el ambiente anti Unión Europea ha calado en buena parte de la sociedad alemana, que si bien no vota al partido anti-euro (la AfD), siguen teniendo resentimientos por los supuestos rescates a países del sur de Europa que el ciudadano alemán ha tenido que financiar.

Die Linke ya había renegado de la opción de gobernar con el actual SPD, según ha repetido en varias ocasiones durante la campaña su cantidata Sahra Wagenneckt. Con los resultados obtenidos, ni siquiera aunque el SPD cambiase su opinión de vetar a Die Linke (un veto que en las últimas elecciones le dio el gobierno a Merkel), ni siquiera así, tendrían suficientes votos junto al partido verde Die Grünen para formar una mayoría a la izquierda del arco parlamentario.

La única posibilidad alternativa a una gran coalición sería otra con los colores de la bandera de Jamaica, es decir, con la Unión, el FDP y Die Grüne. La base de los verdes podría estar en contra de una coalición de estas características, junto a los Cristianodemócratas y a los liberales, porque muchos son de izquierdas. El partido entraría en una coalición en la que sería minoría y más testigo mudo y cómplice que otra cosa. En realidad, una coalición entre la Unión de Merkel, los liberales del FDP y el partido de la izquierda Die Linke también sería en teoría posible, pero no está sobre la mesa de ninguno de los partidos implicados, ya que sus planteamientos políticos son diametralmente opuestos.

Así votan los alemanes

En la papeleta se pueden hacer dos cruces. Con la primera se elige a los candidatos directos del distrito electoral que le corresponda a la persona según el padrón. Hay 299 distritos electorales en todo el país. Uno por cada 250.000 personas. De ese modo son elegidos 299 diputados en el Bundestag de forma directa. El segundo voto en la papeleta es el determinante para las mayorías parlamentarias. En él se votan las listas que los partidos realizan en los diferentes estados o Länder. De esa forma, según el porcentaje de votos obtenidos en este segundo recuento, así será el porcentaje que el partido tendrá en el Bundestag, a no ser que no alcance el 5% de todos los votos emitidos o que no consiga enviar tres candidatos directos. En ese caso, sus votos no contabilizan en el total.



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