22/09/2017

«Chiquita», no me digas

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En el programa televisivo Pamela a la Tarde, que se emite por el canal América, le realizaron una entrevista a una joven estudiante, para que comente los motivos por los cuales las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires, permanecen tomadas. Durante la entrevista tuvo que responder a los constantes cuestionamientos de los panelistas del programa que no dudaron en minimizar sus argumentos, incluso deslegitimarla por su edad, llamandola «chiquita». Desde ANRed publicamos nota de opinión de Sebastián Tomba, sobre el tratamiento que dan los medios a la lucha de los/as estudiantes secundarios que mantienen tomas de colegio en reclamo contra la reforma educativa que se quiere implementar en CABA de manera inconsulta. Por Sebastián Tomba


Intenté sacarme la bronca de muchas maneras, pero sigue ahí. Plasmarlo, escribirlo, parece ser entonces la forma de canalizarlo. Que lo lea hasta quién no esté de acuerdo conmigo.

Comento para que entremos en tema. Hace unos días, en el programa de Pamela David, le hicieron una entrevista a Ofelia (presidenta del Centro de Estudiantes del colegio Carlos Pellegrini) y a su compañero, también estudiante del Pelle. La nota iba referida a la reforma que intenta impulsar el Gobierno de la Ciudad respecto a 5to año de las escuelas secundarias. Esta reforma plantea que del 100% de horas que los pibes y pibas hoy asisten a clases, sólo asistirán un 50%, ya que el otro 50% restante tendrán que trabajar de forma gratuita para empresas.

Una especie de «pasantías» le llaman algunos. No es más que enriquecer aún más a los empresarios a costa del trabajo GRATUITO de pibes y pibas de aproximadamente 17 años. Además, la reforma implementa un sistema de aprendizaje a través de plataformas digitales en una Argentina dónde hay pibxs que no comen cuatro veces al día. La «secundaria del futuro» se apoda esta reforma, repito, cuando en la Argentina hay pibxs que no comen. Y las escuelas se caen a pedazos.

Y lxs docentes cobran miseria. Y si tienen tiempo podríamos estar horas. Pero más allá de la indignación que produce la reforma en sí, vuelvo a referirme a la entrevista puntualmente. El objetivo estuvo a la vista: demonizar la toma a los colegios y, fundamentalmente, a todo/a joven que se organiza. Tres simples pasos fueron necesarios para cumplir el obejtivo:

1. Tener a un funcionario del Gobierno de la Ciudad minutos antes de la entrevista creando un relato acorde a las necesidades del televidente. Por un momento dudé que se estuviese refiriendo a la misma reforma, pues todo lo que dijo es distinto a lo que figura en la página de la «secundaria del futuro».

2. Escuchar a Ofelia hasta que no queden más argumentos por rebatir.

3. Comienza la opereta: La tildaron de «chiquita», luego le preguntaron si era militante -ella respondió que sí, y eso bastó para que su lucha pierda toda legitimidad-, y por último le gritaron «sos autoritaria, dictatorial». Cortaron el móvil.
¿Vieron? no fue difícil. Ellos tienen el poder, pueden hacer lo que quieran con lo que sea. Empezando por manipular información día a día en favor de los grandes grupos económicos. Esta semana dedicaron su accionar a demonizar a lxs pibxs «tomadores de colegios» y «culpables» de que la educación esté como está.

En el mismo programa, el funcionario del Gobierno de la Ciudad menciona que hay dos derechos en pugna: por un lado, el derecho a manifestarse – «con el cual estamos de acuerdo y avalamos» dijo – y, por otro, el derecho a la educación. ¿Cuánto puede llegar a interesarle la educación al gobierno de las escuelas container, al gobierno de la falta de cupos en escuelas públicas, de las instituciones escolares cayéndose a pedazos? Absolutamente nada.

Pero entre tanta mentira organizada, me encuentro con la frente en alto. Cientos de pibes y pibas nos ponemos al hombro la lucha por la educación pública gratuita, laica y de calidad. Cientos de pibes y pibas nos negamos a vivir en un mundo hecho para satisfacer las necesidades de los millonarios. Miles y miles hacemos asambleas, cortamos calles, tomamos colegios y movilizamos haciendo uso y dando ejemplo a todo el país, a todos los «viejos», de cómo se ejercen los valores democráticos.
Aún con nuestra corta edad, somos bastante grandes para luchar por lo que nos pertenece. Por eso Ofelia fue clara: «chiquita» no me diga. Por eso me animo a hablar en nombre de todxs lxs pibxs que luchamos: «chiquitxs» no nos digan.

Sebastián Tomba, Estudiante de Trabajo Social en UNLA



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