09/09/2017

El impacto en las subjetividades de los cambios económicos

31c675dfb31af606bf94df3e65d6600919704b97.jpgLos resultados de las PASO, si bien provisorios, han hecho aflorar un debate que larvadamente se viene procesando desde 2015. ¿Las transformaciones económicas de largo plazo están cristalizando cambios de tipo socioculturales que se expresan en el plano electoral? Por Eduardo Lucita.


Las recientes primarias han dejado una doble sensación. A nivel nacional Cambiemos ha logrado el 36 por ciento de los votos emitidos, un resultado levemente superior al de las generales del 2015 (+2%) que le permite vanagloriarse que la «sociedad ha ratificado el rumbo», mientras que el kirchnerismo sumado a los diversos peronismos locales alcanzó un 37 por ciento, que no obstante deja la duda de si todos esos votos son efectivamente sumables. En la más que estratégica provincia de Buenos Aires los resultados arrojan una suerte de empate, que el macrismo festeja como un claro triunfo en condiciones muy difíciles porque «la economía no ayudaba». Por el contrario el kirchnerismo lo siente como un triunfo pírrico, ya que esperaba una diferencia no menor a 5 puntos.

El escrutinio definitivo solo ha servido para que quedara expuesta la maniobra -fraude comunicacional- del macrismo, un ejercicio de posverdad de tamaña envergadura que uno de sus principales comunicadores calificara como que estuvo en «los bordes de la legitimidad institucional».

¿Un nuevo policlasismo?

Si se analizan los resultados según los distritos más acomodados y más populares se puede observar que este voto ha sido más clasista que el del 2015 -hace dos años el voto a Cambiemos fue mucho más homogéneo territorialmente- sin embargo esto no puede ocultar que en distritos tradicionalmente hostiles a políticas derechistas Cambiemos achicó las diferencias respecto a hace dos años atrás. De hecho en provincia de Buenos Aires se superó en poco más de 300.000 votos, mientras que el kirchnerismo perdió unos 75.000.

¿De dónde ha cosechado los votos Cambiemos? Es obvio que de las clases propietarias y de las clases media y media altas, también de sectores acomodados de la clase trabajadora. Es una novedad que obtuviera votos también de las clases medias empobrecidas y de sectores ya sumergidos en la pobreza desde tiempo atrás, ahora fuertemente golpeados por el ajuste, el alza de los alimentos y las tarifas

Cambios en los partidos

La PASO pusieron una vez más en evidencia la tendencia decadente de los viejos partidos y su contrapartida: el ascenso de una nueva derecha que busca consolidarse para convertirse en partido nacional. El más que centenario radicalismo no logró reponerse nunca del final hiperinflacionario del gobierno de Raúl Alfonsín, sus alas más conservadores se hicieron cargo del partido y terminaron erradicando a los restos del progresismo alfonsinista. Hoy su estructura nacional está puesta sin condicionamientos al servicio de Cambiemos y la UCR está totalmente subordinada a la dirección política del PRO.

El histórico Partido Socialista -en crisis permanente desde el primer peronismo- refugiado desde hace décadas en la provincia de Santa Fe y fortalecido por una alianza de larga data con la UCR provincial, no soportó la derechización del radicalismo y en estas primarias sufrió la ruptura de esa asociación. Perdió así este primer round y está en una situación por demás crítica.

El peronismo (el partido-movimiento más joven de los históricos) es hoy un archipiélago de tendencias -kirchnerismo, PJ tradicional, gobernadores, intendentes- que no logra encontrar un centro en torno al cual recomponerse. Siendo el liderazgo y el verticalismo formas constituyentes desde sus orígenes, no tiene hoy un líder que exprese las distintas tendencias. Cristina Fernández de Kirchner es indudablemente la figura más fuerte, pero hasta ahora cosecha cuestionamientos y rechazos que limitan su influencia a no mucho más allá del conurbano bonaerense y de franjas progresistas de la Capital Federal, las generales de octubre pueden ser decisivas para sus aspiraciones futuras.

El sociólogo Juan Carlos Torre se interroga: «¿Le llegó al peronismo su 2001? Esto es, ¿la dinámica del colapso partidario que arrasó al polo no peronista está hoy acaso a las puertas del polo peronista amenazando su condición de partido predominante?». También puede octubre aportar una respuesta.

Todo pareciera indicar que el centroizqueirdismo no tiene posibilidades por fuera del kirchnerismo, mientras que la izquierda radical mantiene la presencia lograda en elecciones anteriores pero encuentra dificultades para superarse.

La contrapartida es el ascenso de la derecha encarnada en Cambiemos, ¿Qué representa esta alianza? Por un lado, el retorno del liberalismo económico, bajo el actual formato del neoliberalismo desregulador, aperturista e industrialmente selectivo, pero diferenciado del de los ’90, que sin embargo, salvo algunos programas, no ha desarmado la amplia red asistencialista heredada del kirchnerismo y que opera como contención social. Por el otro un regreso al conservadurismo tradicional -donde el antiperonismo rabioso juega un rol preponderante- y al individualismo de mercado, que por ahora parece más potente que la regresividad de la situación socioeconómica.

La base está

Esta alianza tendrá que validarse en octubre, pero hay indicios que indicarían que no sería meramente circunstancial. Los cambios en la estructura productiva que se vienen procesando en las últimas décadas -el regreso de la renta agraria como potencia predominante, el incremento de los sectores financiero y comercial en detrimento del industrial, las tecnologías de nueva generación- le darían el basamento material en que se asienta. El impacto que estos cambios provocaron en la estructura social, particularmente al interior de la clase trabajadora, completarían el cuadro para entender la nueva subjetividad en construcción y los comportamientos electorales.

Esto se inscribe en la tendencia mundial del capitalismo globalizado, por la cual el mercado actúa colonizando las subjetividades. Es que el neoliberalismo ha vuelto a poner en el centro al mercado, lo ha colocado como medida de valor de todos los valores, como el lugar donde se realiza el progreso individual y como mejor asignador de recursos que el Estado.

Claro que siempre puede haber imponderables. Un cisne negro como la desaparición de Santiago Maldonado donde el gobierno hace agua por todos los flancos y se ha instalado una crisis política en su interior, agudizada ahora porque el «círculo rojo» está presionando para que el caso, que ya ha alcanzado dimensión internacional, se resuelva a la brevedad.

¿Una nueva hegemonía?

La derecha aparece hoy concentrando poder en casi todos los campos -político-económico, cultural-simbólico-mediático- sin embargo esto no alcanza para contener las respuestas de diversos sujetos que en distintos momentos han alcanzado movilizaciones de una masividad sorprendente.

¿Es suficiente para hablar ya de una nueva hegemonía política? Si recurrimos a la noción gramsciana de hegemonía: la capacidad de un grupo de imponer sus valores intelectuales y morales sobre el conjunto y conducirlos según esos valores, estamos apenas en los prolegómenos. Pero además: ¿Cambiemos va en camino de ocupar el lugar que dejarían otros partidos históricos? ¿Cuál es la sustentabilidad económico-social del proyecto del gobierno, dependiente del endeudamiento, de la realización concreta de reformas regresivas y subordinado a las tendencias mundiales?

Esta nueva subjetividad derechista, que va en busca de su consolidación, antagoniza con la subjetividad de los sectores centroizquierdistas y nacional-populares, que están debilitados y no logran explicar sus insuficiencias y limitaciones para superar los límites del capitalismo nacional. En contrapartida los trabajadores y los movimientos socio-político-culturales, que se oponen al ajuste y a la reestructuración capitalista en curso, pueden recuperar grados de autonomía y moverse con independencia política en defensa de sus derechos y preparar una salida propia a la crisis.

La relación de fuerzas no se resolverá solo en elecciones, sino fundamentalmente en el marco de la confrontación social. En el desenvolvimiento pleno de la lucha de clases.

Eduardo Lucita, integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda)



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