23/05/2017

¿Alguien marchará por Lucas?

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Otín fue asesinado en los calabozos del módulo 1 de la cárcel de Cruz del Eje, el viernes 19 a la noche. Lucas había sido enterrado vivo en las cárceles de Córdoba, demasiadas veces trasladado, muchas otras castigado en los calabozos, también estuvo varios meses en el pabellón de máxima seguridad. Y lamentablemente no le faltó conocer el horror de las camas de sujeción. Tenía solo treinta y un años y había padecido siglos de torturas. ¿Alguien marchará por Lucas? ¿O solo será un número más del genocidio (invisible) de pobres? Por Adriana Revol para Agencia Para La Libertad


Después de tanto soportar el infierno, a Lucas le faltaba poco tiempo para salir en libertad, pero no tuvo ese derecho, fue condenado a muerte. Y lo llamativo es que sucedió en el alojamiento individual para personas con problemas conductuales (calabozos), espacio de encierro total, supuestamente para garantizar su seguridad y la del resto de los presos.

«Era demandante», dice el servicio y sus cómplices. Reclamaba porque estaba drogado afirman las trabajadoras sociales y las psicólogas. Es un interno muy problemático certificaban todas las voces de los responsables.

Los traslados constantes, el encierro en los pabellones de máxima seguridad, o en los calabozos no son más que diferentes métodos de tortura.

Pero a veces el servicio penitenciario terceriza la tortura y los asesinatos, y utiliza a otros presos para verduguearlos, y asesinarlos, que es lo que pasó con Lucas. Lo habían llevado, después de cientos de pedidos, a visitar a su familia. Cuando volvió trajo un poco de alimentos que sus seres queridos le habían acercado.

Y por no querer ceder las poquitas cosas que le había alcanzado su familia de Villa María, las defendió.

Esto sucede cuando existe una pobreza extrema, cuando hay hambre, la pelea de pobres contra pobres. Sin dudas incentivado por el servicio penitenciario, que bien se encarga de dividir para poder reinar.

De esta manera el estado obtienen personas completamente vulnerables, humilladas, que han perdido su dignidad, y también producen seres cada vez más violentos.

Luego se asombran al saber el altísimo porcentaje de personas que consumen diferentes tipos de drogas, legales e ilegales.

Y el único tratamiento para las personas usuarias de drogas es más drogas (que los tienen dopados todo el día) y mayor represión, aislamiento, pabellones de encierro total, camas de sujeción.

Ninguna autoridad responsable, como el juzgado de ejecución, ignora lo que sucede muros adentro, y si lo ignoran, después de tantas denuncias, es responsabilidad de ellos.

Después de tanto soportar el infierno, a Lucas le faltaba poco tiempo para salir en libertad, pero no tuvo ese derecho, fue condenado a muerte. Y lo llamativo es que sucedió en el alojamiento individual para personas con problemas conductuales (calabozos), espacio de encierro total, supuestamente para garantizar su seguridad y la del resto de los presos.

Alguien marchará por Lucas? ¿O solo será un número más del genocidio (invisible) de pobres?



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