05/05/2017

¡Hola, soy Anto!

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¿Por qué un video tan simple puede volverse viral? Muchas podrán ser las respuestas, sin embargo hay un sustrato común en la mayoría de quienes rieron con el video: burlarse de aquellas que tenemos cuerpos inapropiados, cuerpos que incomodan en esta sociedad heteropatriarcal. El video de la chica en la pileta, no hace mas que exponer la gordofobia que oprime a la mayoría de las mujeres, porque ser gorda es desobedecer a los patrones de belleza establecidos. Por Leticia Corral para ANRed


A raíz de una enorme cantidad de chistes que circulaban por facebook, me enteré de la existencia del video que insparaba a todas las bromas. No hice mas que poner las palabras «Anto video” en el buscador de google y enseguida apareció. En el mismo se puede observar a una chica en una pileta, mojándose y hablando en un tono sexy, copiando a las publicidades o posturas que las mujeres «deseables» hacen frente a una cámara de tv o fotográfica. Pero lo que me llamó la atención, mas alla de las intenciones que haya tenido su protagonista al hacer este video casero, es que para la mayoría resultó gracioso. ¿Qué es lo que causa gracia? Podría pensar que su forma de hablar es chistosa, pero muchas modelos hablan de esa manera cuando promocionan un producto y sin embargo no lo son. ¿Será el cotexto? Es un video casero, en una pileta de lona con un manguera, la escena podría verse bizarra, por cierto. Pero imagino a Pampita haciendo lo mismo y me resulta casi imposible pensar las repercusiones negativas sobre un video similar.

Lo que incomoda de Anto, es su cuerpo. Visiblemente no responde al estereotipo de mujer bella, por eso habilita toda forma de chistes, incluso compararla con una ballena. Es inconcebible que una mujer que no cumple con las medidas 90-60-90 pueda mostrarse en malla, y si lo hace es en tono de parodia, y objeto de burlas.

Ahora bien, nos hace gracia porque es común reirse de la gorda, es familiar porque hemos sido educados sobre la base de un discurso gordofóbico que nos hace pensar que ser gorda es lo peor que le puede pasar a una mujer.

La gordofobia, como concepto no tiene una definición en el diccionario, mas bien forma parte del vocabulario polifónico feminista, que avanza revolucionando cuerpos y discursos. Gorda es una construcción opresiva para que las mujeres vivamos en una constante insatisfacción, para que entreguemos nuestra autoestima frente a la aprobación de otro, que usualmente es un varón heterosexual. Para que vivamos preocupadas por como nos vemos, y no reflexionemos sobre el lugar que ocupamos en el sistema heteropatriarcal. No importa cuantos kilos nos de la balanza, siempre estaremos gordas, y ese concepto implica una destrucción simbólica de nuestra corporalidad. Ser gorda implícitamente conlleva a ser, sedentaria, vaga que no hace deportes, tragadora serial de hidratos de carbono, depresiva, sin capacidad de autocontrol, pobre y sobretodo indeseable para los varones.

Es una obligación estar flaca porque es lo saludable, aún cuando lograr tener las medidas perfectas implique someterse a duros tratamientos, cirugías, enfermedades como la bulimia, anorexia, vigorexia, etc.

La gordofobia es un sistema de creencias socialmente compartido, pero también interiorizado individualmente. El cuerpo es la base sobre la que se va a marcar el género al que seamos asignadas, y a partir de entonces se conformarán una serie de prácticas genéricas y generizantes. Por tanto, y tal y como describe Mari Luz Esteban, el cuerpo es un «conformador de la subjetividad de las personas como seres individuales y sociales»

El cuerpo es el lugar donde se inscriben las practicas culturales y acciones individuales, y a través del cual podemos observar problemas sociales.
Este modelo de belleza impuesto es sumamente opresivo para todas nosotras porque retratan un perfil imposible de alcanzar por la totalidad de las mujeres, y aquellos cuerpos que no encajan en estos cánones son representados como defectuosos o deficientes a través de diferentes mecanismos. Ser sexy como las modelos de las revistas, nos obliga a importar, imitar posturas e inhabilitar la propia percepción de nuestro cuerpo, de explorarlo de conocerlo. Nos arrebata nuestra autonomía y nos deja a merced de miradas ajenas, para lograr la tan obligada: aceptabilidad corporal.

La gordura femenina también es representada como una desobediencia a agradar al ojo masculino. Las mujeres fuimos educadas de acuerdo a unos patrones que agradarían a la masculinidad hegemónica, por lo que la gordura, interpretada como un rechazo de los cánones de belleza, sería asimismo interpretada como un rechazo de agradar. Según palabras de Laura Contrera «La gordofobia debería importarnos a todas, independientemente del cuerpo y peso que encarnemos. Porque la discriminación hacia los cuerpos gordos, encubre muchas veces el odio al pobre, un odio a la cosa desatada, al cuerpo desobediente, indisciplinado”

Por eso con fuerza transformadora intentaremos rebelar nuestro cuerpo, rebelar mi cuerpo, de esa cultura obsesionada no solo con la delgadez, ni la belleza, sino con la obediencia .



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