16/11/2015

Los agrotóxicos ganaron el balotaje

2-1411.jpgEn el primer debate presidencial en la historia argentina, los candidatos Daniel Scioli (Frente para la Victoria), Mauricio Macri (Cambiemos) y los medios que lo promovieron eludieron tanto el problema de los agrotóxicos como el de la minería. Ambos son claves en el modelo productivo actual, que van a continuar sin mayores cambios, a pesar de los pedidos de autoridades sanitarias y pobladores de nuevos controles y sanciones. En este sentido, conviene recordar la reciente charla sobre «Agrotóxicos y salud” que tuvo lugar en el Hospital Garrahan. Por ANRed.


El jueves 5 de noviembre se realizó una charla en el hospital Garrahan acerca de agrotóxicos y salud. El Dr. En Ciencias Exactas Damián Marino, Químico de la UNLP e investigador del CONICET, contó a los presentes diferentes estudios y análisis que vienen realizando, como el descubrimiento de glifosato en algodón, gasas, hisopos, toallitas y tampones, replicado en medios gráficos nacionales como una noticia más de la cotidianeidad, sin medir las consecuencias e implicancias del hallazgo. Marino insistió en la peligrosidad y continua extensión del problema de sostener la productividad y aplicar cantidades cada vez mayores de agroquímicos en un territorio donde conviven con los cultivos transgénicos más de 12 millones de personas. «Regular el código alimentario por plaguicidas es una discusión que se debió haber dado hace 10 años. Mientras, se sigue rociando a alumnos en escuelas de pueblos, se brinda el derecho a la educación, vulnerando sus derechos básico a la salud y a la vida», afirmó.

Ana Zabaloy, directora de la Escuela fumigada n°11 Juan Manuel Estrada (San Antonio de Areco, Bs. As) fue otra de las oradoras, quien relató cómo se fumiga incluso en horario escolar. Ella y varios han sufrido problemas respiratorios, de la piel, sangrado de nariz, y aunque hay ordenanzas para rociar a 100 metros de escuelas y poblados, nadie paga multas por fumigar niños y docentes. «¿Cuánta gente tiene que morir en este genocidio silencioso?«, se pregunta. Una situación similar comentó Mariela Leiva, directora de las escuelas rurales 37 y 44 en Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos, quien mostró los dibujos de sus alumnos que tienen naturalizada la fumigación y desconocen el peligro y trastornos que les provoca.

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El encuentro en el Garrahan fue uno más de los tantos que vienen convocando diferentes organizaciones para hechar luz sobre el problema. En 2012, la Red de Médicos de Pueblos Fumigados presentaba un informe alarmante. Después de 15 años de fumigaciones sistemáticas, los equipos de salud de los pueblos fumigados detectan un cambio en el patrón de enfermedades en sus poblaciones: los problemas respiratorios son mucho más frecuentes y vinculados a las aplicaciones, igual que las dermatitis crónicas; de la misma manera, los pacientes epilépticos convulsionan mucho más frecuentemente en época de fumigación, son más frecuentes la depresión y los trastornos inmunitarios. Se registran altas tasas de abortos espontáneos (hasta del 19%) y aumentó notablemente las consultas por infertilidad en varones y mujeres.

Se detecta también un aumento de trastornos tiroideos y de diabetes. Cada vez nacen más niños con malformaciones en estas zonas, especialmente si los primeros meses del embarazo coinciden con la época de fumigaciones. Síndromes de Down, mielomeningoceles, cardiopatías congénitas se diagnostican con frecuencia en mayor grado en poblados de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos.

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Los pueblos fumigados también presentan un cambio en sus causas de muerte. Según los datos de los registros civiles a los que hemos podido acceder, encontramos que más del 30% de las personas que mueren en estos pueblos fallecen por cáncer, mientras que en todo el país ese porcentaje es menor a 20%. La mortalidad por cáncer aumentó claramente en estas áreas, siendo éste un fenómeno nuevo, detectado desde el año 2000 y no verificado antes. Curiosamente, la fecha coincide con la expansión del consumo de glifosato y otros agroquímicos que son masivamente aplicados en la zona.

Hasta los rebaños de cabras de los campesinos y originarios registran, en algunas zonas, un 100% de abortos vinculados a la exposición con pesticidas.

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«El Estado está presente, no ausente. Es el Estado que permite que fumiguen a niñas y niños. No se preocupan por la salud de madres e hijos, y defienden a los empresarios que ganan millones», denunció Mercedes Mendez, enfermera del hospital Garrahan, adonde llegan muchos niños a atenderese con las consecuencias a veces mortales. Ya en 2012, en el mismo hospital, se había hecho un reclamo a las autoridades por la muertes de dos niños en la provincia de Corrientes en 12 meses, a causa de los agrotóxicos. «¿Dónde está la secretaria de Medio Ambiente de la Nación?», cuestionó Mendez. «La única salida es la resistencia social. No se puede separar el modelo extractivo del modelo regional que se repite en Brasil y Paraguay también. Es un problema de gobiernos latinos entregando todo a las corporaciones. No les importa si hay niños, maestros o pueblos originarios, vinieron por el territorio. Es un modelo de impunidad, donde participan lo judicial, lo científico, y los medios de comunicación«, concluyó.



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