08/10/2015

El cliché de la tercera Intifada

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Es un cliché, un lugar común desde hace casi una década, hablar de tercera Intifada cada vez que se da un repunte de violencia en Jerusalén o los territorios ocupados. Por Palestinalibre


Lo hacen algunos periodistas, lo hacen muchos medios, lo hacen muchos analistas, incluso cancillerías internacionales. Hay casi una regla matemática, la ley de la tercera Intifada, podríamos llamarla: cuanto más lejos está alguien de los territorios ocupados (física, geográfica y humanamente), más propenso es a anunciar el advenimiento de la tercera Intifada. De ahí que estos días de disturbios en Jerusalén y Cisjordania vuelva a repetirse de nuevo en algunos diarios ese fenómeno tan divertido de leer en los titulares (que escriben los jefes en sus redacciones) referencias a la tercera intifada (vientos de, miedo de, imágenes de»¦ las fórmulas varían), mientras los textos que siguen a los titulares (escritos por los corresponsales, que están más cerca del lugar de los hechos) niegan que haya nada parecido a una tercera Intifada»¦

Hay muchos motivos por los cuales lo que sucede estos días no es comparable a las dos anteriores Intifadas. Amira Hass, indispensable, cita en este artículo algunos referidos al papel de las fuerzas de seguridad palestinas. En resumen: no hay unas Brigadas de Mártires de Al Aqsa. Hay otros motivos, como por ejemplo que una rebelión de ese estilo necesita una estructura partidista de la que hoy carecen los palestinos: desde Al Fatah a Hamas pasando por la Yihad Islámica y los casi desaparecidos clásicos de izquierdas, las facciones están por otros menesteres. O que las terribles heridas de la segunda Intifada aún siguen muy abiertas en la sociedad palestina. Incluso hay motivos logísticos: hace quince años no había muro, y el roce entre soldados y población palestina era mucho más directo que ahora; donde antes había una carretera, soldados apostados y militares patrullando por las calles, ahora hay grandes terminales fronterizas. Pero sobre todo lo que no hay es un contexto político similar a aquel.

La segunda Intifada es el resultado del colapso de Oslo. Por mucho que Mahmud Abbas decrete ahora el fin de Oslo, en realidad empezó a morir políticamente cuando Ariel Sharon pisó la Explanada de las Mezquitas y expiró definitivamente durante la gran operación militar del 2002 en Cisjordania. Conscientes de ello, ambas partes, a su escala, apostaron por la violencia para afianzar sus posiciones en un nuevo escenario político. Los palestinos (Al Fatah) fueron los que levantaron la bandera blanca, y esa lección sigue muy presente: a violencia desnuda, tienen las de perder. Por si hiciera falta, Israel se lo recuerda a diario con detenciones y goteo de muertes en Cisjordania y de vez en cuando con operaciones militares a gran escala en Gaza. Lo que vivimos desde entonces es el progresivo deterioro de una ficción (Oslo, y por tanto la ANP, y por tanto la idea de los dos Estados) a la cual los diferentes actores que forman el «˜statu quo»™ se resisten a dar por muerta.

Que el «˜statu quo»™ es insoportable para la ciudadanía palestina es innegable. Que la salida a esta situación sea la misma que en las dos Intifadas anteriores es pretender que la historia se repite a sí misma. La sociedad palestina difícilmente puede hacer nada ahora que no sea, como dice Haas, dejar que sus jóvenes (niños en la segunda Intifada) se desbraven contra el Ejército y las fuerzas de seguridad israelís. Y sí, algunos de ellos morirán o serán apresados en el intento, como por otro lado sucede casi a diario sin necesidad de disturbios. Si de crear un nuevo escenario político con una revuelta se trata, la pregunta es insoslayable: ¿sería esta tercera Intifada contra Israel o contra los restos de ese «˜statu quo»™ insoportable que están más a mano? Es decir, contra Al Fatah, la ANP, las fuerzas de seguridad palestinas y, por qué no, Hamas en Gaza. Esa sería, probablemente, la verdadera tercera Intifada, una con aires a primavera árabe. Pero es muy dudoso que la sociedad palestina esté dispuesta a ello o que fuera capaz en caso de que quisiera. Por muy insoportable que sea, que lo es, el «™statu quo»™, para muchos la falta de alternativa es peor. Por este motivo, lo que vemos estos días es reacciones puntuales a una situación insoportable. Nada organizado, nada que pueda ser considerado una Intifada.

Pero qué bonito es el titular de la tercera Intifada, que sin duda leeremos de nuevo en el futuro. Y qué útil, ya que mientras hablamos de tercera Intifada centramos el foco en la esporádica violencia palestina sobre Israel y no en la enorme gama de violencias a la que la ocupación israelí somete a diario a los palestinos, en Gaza, en Cisjordania, en Jerusalén. Y permite también hablar del «terrorismo palestino”(cometido incluso por niños de tres años de edad, al parecer) y olvidar el terror de los colonos, su racismo descarnado, la terrible deriva de la sociedad israelí, que ha logrado que Binyamin Netanyahu sea considerado un moderado, a su pesar.

Mientras hablamos de tercera Intifada, colocamos el foco sobre los palestinos, como si ellos pudieran hacer algo para acabar con la ocupación, que es de lo que de verdad deberíamos estar hablando.

Fuente:
Joan Cañete Bayle, Décima Avenida 2.0



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